4.1.17

Traidores, judíos, marranos, españoles, luteranos. ¡Leer, coño!

Se vuelve a ver personas con libros de papel en el Metro de Madrid. 

Todavía no ha triunfado nadie. 

Tampoco nadie ha muerto. 

Será la seguridad pasiva, el temor a que te puedan robar de un tirón el cacharro. 

Nadie osaría robarte un libro en papel. ¿Para qué, pensarían en comisaría? 

Pues para salir en el 
telediario.

—¡Roba un libro de papel en Callao y los viajeros logran detenerle en el instante!— dirían

Que en el Metro te pongan retazos de libros está bien. Es una manera de asomarte a una ventana diferente a las del vagón. Y más, mucho más animada.

Podemos cambiar el mundo. ¿Pero queremos?

Mucha gente pequeña, haciendo cosas pequeñas, pueden cambiar el mundo. Sin duda. 

Pero si alguna gente pequeña logra hacer grandes cosas todo sería más sencillo. 

Incluso si alguna pequeña gente no estuviera tocando los cojones -con perdón, pero mío por el palabro- y fastidiando el trabajo de los demás, todo se podría realizar sin tanto sufrimiento y de forma más rápida.

No es poesía, pero es verdad. 

Tenemos que ser capaces de sembrar de poesía el mundo. Pero de vez en cuando, dar algún zapatazo.