3.1.17

Lemotbulle es un proyecto, no es un poeta inglés

Esta mañana en la Gran Vía de Madrid se nos ha acercado una joven en un mercadillo navideño con una canasta llena de papelitos de colores.  Nos ha invitado a tomar uno del recipiente, gratis, el que quisiéramos.

Estaba repartiendo, nos ha dicho, pequeñas dosis de poesía, para que nos fuéramos acostumbrando todos los días a tomar una pequeña dosis antes del desayuno.

La sorpresa agradable viene cuando efectivamente, tan sólo está repartiendo pequeñas dosis de poesía. No pretendía nada, pero que te regalen abrazos, besos o poesías es casi imposible. 

Nos ha tocado un pequeño poema de Lemotbulle. No sabía quien era este presunto poeta inglés. Luego me he enterado que es un proyecto, que era Valentina la que me ha dado a escoger su poesía. Tremendo regalo para una mañana de paseo. ¿Podría ser tan sencillo lograr que el mundo fuera un poco mejor?

Voy hacia Madrid, un barrio de Zaragoza

Voy a Madrid. Hace frío. Casi mucho frío. Voy a beber, a respirar aire nuevo. Otra vez. Es como acercarse al pozo aunque no tengas sed y comprobar que está allí, por si lo necesitas. Madrid es un barrio de Zaragoza, un barrio de exposiciones y teatros, de tiendas y mezcolanzas, de libros viejos e incluso nuevos. Madrid es un barrio de plazas, de cafés, de adolescencia. Madrid es Madrid.


Lo mejor de Madrid es volverse. Cargado, claro. Lleno de nuevas energías. Otros cargan las pilas en el campo, entre árboles o montañas. Yo entre calles y museos. Ya dije algún día que yo era raro. Pero la culpa es mía pues practico mucho. Lo de ser diferente.


Voy montado en un ave de hierro.  Se contornea para darme gusto. Cada vez se me hace más corto el gusto. Debo ser yo, también yo, que ha logrado dominar el tiempo para que cada vez dure menos. Maldito aprendizaje el del tiempo. ¿No se puede parar?