19.9.16

Patio familiar exterior en Granada, tipo andaluz

Los patios árabes siempre estaban encerrados en el centro de la vivienda, como un secreto de intimidad para uso familiar y de las amistades. Tras la salida de los árabes de España, sobre todo en Andalucía, se produjeron dos actuaciones urbanas aprovechando este lujo de tener un jardín privado dentro de la casa. Por una parte se abrieron ventanas a las calles o se pusieron puertas rectas, para que se viera el gozo de los patios desde el exterior.

Y por otra y tras algunas modificaciones en las calles —pues los árabes tenían la mala costumbre de ir tomando poco a poco espacios públicos de calle para hacerlos privados— quedaron al aire libre y a la vista de todos algunos jardines interiores modificados. 

Y otros vecinos aprovecharon la buena idea de tener unos metros de terreno natural en tu propia vivienda, para crear edificios personales de baja altura con jardines en la trasera donde reencontrarse con la naturaleza, con las flores o incluso con un pequeño huerto. Este patio exterior que vemos como ejemplo es de Granada.

18.9.16

Elementos comunes en los jardines árabes

Patio andaluz en Granada
En España bebemos mucho de los siglos en los que los árabes estuvieron entre nosotros. Lo llevamos en la sangre todavía, aunque vivamos en el norte. La forma que tenían de crearse tranquilidad es un ejemplo de aprovechamiento de sus posibilidades, que no siempre eran muchas.

Los jardines árabes siempre se mueven sobre unos pocos parámetros repetitivos, pues funcionan muy bien. Lugares o patios cerrados en el interior de sus casas, sin el barullo de la calle. Con el agua como elemento de refrigeración para crear micro clima pero también para que sonara como música tranquilizadora. Y aromas, muchos aromas y colores a través de flores que fueran capaces de crear contrastes, de modificar lo estático que pueden ser el ladrillo, las cerámicas, las fuentes y los setos.

Había un elemento curioso al que no siempre prestamos atención, pues ahora ya no lo empleamos tanto. Los largos pasillos de cerámica o tierra, para simplemente pasear en pocas distancias, en pocos espacios, como contrapunto al banco o la cadiera para sentarse. Era una forma de hacer ejercicio y también de conversar con el acompañante o de meditar. Zonas de paseo en los pequeños espacios de sus jardines interiores, para cambiar la mirada entre las zonas de sus patios.