16.8.16

¿Por qué se utilizan poco estas mesas en los parques?

El mobiliario urbano para parques es amplísimo, cada país además suele utilizar empresas de su propio país, que tienden a conocer y por ello copiar sin querer, trabajos que realizan otras empresas, adaptando sus particularidades a las necesidades de cada ciudad o zona. Incluso atendiendo las consideraciones de los propios gestores municipales, que de alguna forma intervienen y opinan sobre el tipo de mobiliario que mejor encaja, para dar un tipo de servicio u otro a los ciudadanos.


Estas mesas cuadradas con asientos a los cuatro lados son muy útiles pero curiosamente no siempre muy utilizadas, pues da la sensación de que a los parques se acude en solitario o a lo sumo en pareja. Sirven para mirarse de frente mientras se habla, para jugar al ajedrez o a otros juegos de mesa, para escribir y leer más cómodo que en un banco o para tomar unos refrigerios. Pero curiosamente no han encajado tan bien como se esperaba por el tipo de diseño y servicio que prestan. Y al final, siempre, son los ciudadanos los que ponen en valor el mobiliario urbano…, con su uso.

A los técnicos les puede parecer maravilloso el diseño, la idea, la necesidad, pero si no se utilizan, será por algo que se nos escapa en el primer análisis.

Parque Royo del Rabal. Zaragoza. España

El pequeño Parque del Royo del Rabal de Zaragoza, dedicado al cantador de jotas del siglo XIX Pedro Nadal y Auré conocido como El Royo del Rabal, es uno de los más pequeños de Zaragoza, y tal vez por ello de los más olvidados y peor cuidados de la ciudad. 


Sería el ejemplo contrario a estos grandes parques urbanos, bien tratados, actualizados y que son tenidos en cuenta por sus ayuntamientos. Sin duda la pregunta básico flota en el ambiente ante las desidias ¿Para qué creamos zonas verdes públicas, si después no somos capaces de mantenerlas con dignidad? Y aunque sea poco más que una gran plaza urbana, su atención debería estar asegurada.


Con sus 8.500 metros cuadrados, es un clásico parque urbano de barrio, que en este caso da servicio a parte de los vecinos del Barrio de La Jota de Zaragoza, y que casi no puede ampliarse pues está encerrado entre viviendas y un colegio público de Primaria, aunque que tiene un sentido urbano perfecto como zona de tranquilidad en un barrio ya de por sí muy tranquilo, pero que añade algunos aspectos a la zona que remarcan esa reposo vecinal.


Dispone de tres pistas de petanca, de juegos infantiles algo obsoletos, de un kiosco de bebidas u otros usos pero cerrado y ahora vandalizado, de dos zonas de sombra con grandes chopos y pinos, y andadores de tierra sin bancos, de fuente de agua y con un pequeño paseo asfaltado donde se han colocado los bastantes bancos de que dispone el parque, incluidos unas mesas cuadradas para hablar en tertulia o tomar un refrigerio. 


A su entrada del parque del Royo del Rabal hay una escultura de fibra de vidrio, muy mal cuidada y vandalizada casi constantemente, con poca visibilidad e instalada en las Fiestas del Pilar del año 1986; creada por el escultor zaragozano Carlos Ochoa, nos recuerda al titular del parque, al muy reconocido cantador de jotas “El Royo del Rabal”.