13.7.16

Niños entrando a un museo. Es real la imagen

No es habitual, pero en estas edades se utiliza con normalidad. Más en unas ciudades que en otras, también es cierto. Son niños, nenes casi. Jóvenes promesas que entran a tropel en un Museo. Sí, sí, en un Museo. Increible. Una veintena de personas intentando entrar en un Museo y no es de los muy famosos que salen en todos los programas de viajes importantes. ¿Se nos habrán caído las ideas sociales a la basura?

Luego los niños crecen en altura y dejan de ir a los museos, los ven como almacenes, como contenedores de cadáveres, lugares llenos de polvo, muertos, sosos, aburridos. ¿De quien es la culpa? ¿y la responsabilidad de evitarlo?

Yo ví un museo en otro país, muy serio el país y el museo, con unos contenidos muy para mayores, y cada dos vitrinas formales y casi contundentes, había una vitrina o una mesa específicamente para los niños. Vitrinas donde se tocaba, se dibujaba o se escribía, se formulaban montajes, se jugaba y se aprendía, se exploraba. Pero todo dentro del mismo concepto de la exposición. Adaptado todo a las necesidades de cada edad. Insisto, copiar no siempre es malo.

11.7.16

¿Enseñamos a los adolescentes a ser adolescentes?

Todxs tenemos claro que la adolescencia es un periodo clave en la vida de los adultos, cuando ni son una cosa ni la otra, cuando la debilidad al encontrarse solos ante la vida atenaza las soluciones que todavía no se poseen. Bien. pero para eso está la educación de los colegios bachilleres. O estaba.

El cerebro a esas edades es una esponja que absorbe todo. Todo es todo. O incluso nada. O mucho menos de lo que se necesita absorber. ¿Saben los adolescentes qué deben absorber? ¿les enseñamos las materias vitales, de vida, que deben entender y asimilar en esos años? Hay que ser curiosos, los adolescentes son curiosos. Pero muchas veces les matamos la curiosidad con diversas herramientas manipuladoras, a las que en alguna ocasión llamamos drogas y en otras planificación.

¿En qué creen los adolescentes? No, no. No hablo de religión, no, no. Hablo de creer de verdad. ¿En qué creen? ¿Creen en su familia, en su país, en su futuro? ¿creen en ellos? ¿confían en la sociedad que les envuelve? ¿en las persona con las que se relacionan? ¿creen en los medios que la sociedad ha dispuesto para su crecimiento, sean medios de comunicación, políticos, sistema económico o social o sistema educativo? ¿creen en el valor del trabajo, del esfuerzo, de la búsqueda de la excelencia?

Cabría una última reflexión que parece ya imposible de responder ¿quieren los adolescentes de hoy —y sin globalizarlos en un único paquete, sino hablando de mayorías— quieren digo, aprender? ¿quieren aprender lo que les enseñan? ¿quieren aprender por su cuenta? ¿quieren aprender a aprender? ¿saben lo que deben aprender para ser adultos válidos? ¿saben que no saben lo suficiente? ¿saben el valor de la creatividad, del emprendimiento, de la osadía, de cada uno de nosotros en relación al todo?

Los adolescentes serán adultos, por obligación de edad. Serán los adultos que gobernaran sus sociedades cuando nosotros seamos ancianos. No veremos todos sus éxitos o fracasos. Ellos serán los que en realidad verán estos resultados que ahora, en la adolescencia se están labrando. Ellos sufrirán lo bien o mal que ellos mismos se han sabido crecer. Los adultos actuales somos los culpables, pero ellos serán los que sufran de verdad nuestros errores. Y los suyos. ¿Alguien les está diciendo el valor de la responsabilidad?