23.3.16

Contra el terrorismo, inteligencia social humanista

Ante el terror hay que tranquilizarse dentro de su gravedad, y comportarnos socialmente con más inteligencia social. Europa sobre todo va a sufrir golpes del terrorismo durante muchos años, de forma indiscriminada y potente, buscando sus autores sobre todo el espectáculo del miedo, del terror, de la muerte. Decirlo así es duro, muy duro, pero sólo asumiendo la verdad podremos defendernos mejor. Todo terrorista busca la multiplicación de sus acciones entre los medios de comunicación. Sabe amplificar sus actos empleando a la contra los sistemas occidentales de vida. ¿Pero cómo hay que defenderse?

La primera idea “fácil” es cerrar la información, pero esto sin duda provocaría el efecto contrario. Si nos basamos en la idea de que al terrorista le da igual el daño que hace o las personas que mueren, sino que busca sobre todo la propagación de sus actos; ocultarlos o minimizarlos supondría que estos fueran cada vez más enormes. Si le dedicamos mucho espacio a un simple acto terrorista menor, admitirán que hay diversos grados y que con poco logran mucho. ¿Pero está la sociedad occidental preparada para asumir esta propaganda terrorista? Sin duda no. Si ocultamos lo que sucede se hará cada vez más grande. Si multiplicamos la información el miedo se nos apoderará.

La segunda idea clara es que este tipo de guerras nuevas, no se ganan con armas pesadas, ni con bombardeos a países lejanos, ni con invasiones. Es mucho más complejo. El terrorista está dentro de nosotros, abulta poco, no se le nota, tiene muy fácil acceder a los lugares que él mismo quiere, dispone de explosivos con facilidad, está convencido de que morirse es una excelente idea para ir “al cielo” a reunirse con el placer y sus familias, tiene el concepto de que ayuda desde la muerte a sus ideales. Esta nueva guerra hay que ganarla desde la inteligencia policial, desde el control exquisito de las comunicaciones, desde el control de todo tipo de productos que pueda servir hoy o en el futuro para crear explosivos, desde la observación constante de los movimientos de ideas junto a personas.
La tercera idea tiene que ver con la integración social. No es permisible que en pleno siglo XXI se sigan manteniendo colegios de niños totalmente separados por religiones. La religión en los países occidentales tiene que estar totalmente al margen de la vida social, de la educación, el deporte, los medios de comunicación, etc. No hablo de prohibir, ni de controlar, sino de no alentar las separaciones sociales, de comunidades, de incluso barrios enteros, or el tipo de religión. Aquí la sociología tiene que hacer un gran trabajo, de la mano de la política. Y los resultados serán a largo plazo, eso hay que admitirlo también.

La cuarta idea puede venir —si pensamos de forma rápida— por la finalización de todo tipo de guerras en zonas del Norte de África. Este efecto, lógico y humanamente deseable, en realidad no es nada fácil. Las guerras como ejercicio violento pero social no es sencillo evitarlo entre comunidades. Podemos eso sí y desde occidente cambian los contrincantes apoyando a unos o a otros, modificar el tipo de apoyos, los lugares de actuación, pero debemos asumir que el ser humano tiene dentro programado sus propios errores y también sus propias defensas animales que nos conducen constantemente a las guerras. No hay que asumirlo, pero la verdad es que no sabemos ni podemos evitarlo. Alentarlo es muy malo, sin duda, pero evitarlo es imposible pues siempre hay suficientes grupos sociales que sin querer incluso caminan hacia las guerras de forma constante.

La quinta idea y más compleja de asumir, es que el terrorismo es sencillo de realizar y muy difícil de combatir y defenderse, más cuanto más brutal se convierte, más primitivo, más siglo XX y menos siglo XXI. Que ante el terrorismo somos todos desde la sociedad común, los que debemos aprender a defenderse pasivamente, pero con los ojos bien abiertos, asumiendo que disponemos de suficientes organizaciones para defendernos. Sin duda nuestras defensas deben aprender mucho, tener sumo cuidado en los cambios de leyes y normas para no provocar el efecto contrario en su propia sociedad, trabajar con más medios en los días de calma, asumir que seguiremos teniendo momentos de gran tensión y dolor.

El mundo occidental es en el que vivi yo y mi familia. El terrorismo es un acto animal humano, pero ante esto hay que saber defenderse con inteligencia social humanista.

22.3.16

Gestionar equipos en política es muy complicado

Creo que es muy sencillo entender cómo la prepotencia de una sola persona puede cambiar el futuro de un país (que es simplemente un gran equipo de muchas personas), el destino de millones de personas que vivirán dentro de un tipo de políticas o de otro bien distinto, según las decisiones del prepotente, incluso aunque no toque poder directamente. 

En muchas ocasiones, para el futuro de las sociedades, tan importante es el SI como el NO. Y no me estoy refiriendo a dictadores.

Pablo Iglesias es un ejemplo cercano en el tiempo pues hemos visto con claridad que no ha sabido gestionar el éxito, un síndrome que sin duda ya es bien conocido en sociología o en psicología social. 

Tan importante es saber asumir y gestionar personalmente el fracaso como el éxito. 

Para uno mismo si la situación es totalmente personal, o para todos los que se ven afectados por sus propias decisiones una vez que el fracaso o el éxito se ha convertido en una realidad que hay que saber asentar, resolver, gobernar sobre todo en lo personal. 

Lo personal se puede convertir en social, según tu propia responsabilidad. Nadie somos un sólo individuo, cuando tenemos es más mínimo poder, la más mínima responsabilidad.

Hemos asumido que el crecimiento de Podemos es un éxito colectivo, y es cierto, pero el fracaso puede ser un acto personal, de muy pocas personas cuando no de una sola, que no haya sido capaz de edificar desde el éxito aquello que se necesitaba. 

Es muy sencillo crear Círculos o Equipos para hacer de encofradores de una gran obra, pero si no hacemos Círculos o Equipos de aparejadores, de arquitectos, de incluso fontaneros, el edificio nos saldrá torcido y con serias posibilidades de no encontrar comprador. Se nos hundirá, sea un edificio de cemento o de personas.

Formar equipos es mucho más complicado de lo que parece a simple mirada exterior. 

Sobre todo porque en muchos casos (casi todos) se dice adorar los equipos como sistema de gestión, abriendo la boca sobre nuestra decisión inequívoca de que deseamos crear equipos que trabajen con nosotros, donde todos seamos iguales para poder sumar, pero la realidad tozuda es la contraria. 

NO queremos formar equipos por miedo, sobre todo por miedo a perder el poder, además de por miedo a saber gestionarlos.

Gestionar bien un equipo es mucho más complejo que gobernar desde la prepotencia y el poder del líder inequívoco, sea una empresa o un país, aunque pensemos que gobernar desde equipos es más sencillo pues se suma, se apoyan, se trabaja de forma más capaz y sencilla. 
 
Pero todo equipo necesita algo fundamental: Querer trabajar en equipo y saber formar equipo y gestionar las diferencias. Si las discrepancias en un equipo se tratan como divergencias que hay que cortar y pulir, podar o ningunear, eso no es un equipo, es un mal invento que conduce primero al color gris y a continuación al hundimiento, pues ni se trabaja en equipo ni se trabaja desde el liderazgo asumido por todos. 
 
Un equipo es mucho más que decir que se trabaja en equipo, muchas veces es una decisión callada y escondida, capaz de tener diversas velocidades y presentaciones ante la sociedad para la que se trabaja. 

Cuando en poco tiempo varios integrantes del equipo se dan de baja efectiva o moral, las posibilidades de que nos metan muchos goles aumentan demasiado. Es cuando en el deporte se opta por cambiar de entrenador.