2.2.16

Inteligencia colectiva en crecimiento lógico

En este blog hemos hablado muchas veces de la importancia del líder en el funcionamiento de cualquier equipo, empresa, proyecto. Y ahora voy a darle la vuelta a todo, y voy a restarle importancia al líder. No es que haya cambiado de opinión, es que un líder sin equipo no es nada, y debemos también dar la justa importancia al equipo como el auténtico vertebrador de los éxitos.

Los equipos —es decir la suma de personas con unos objetivos marcados y una jerarquía delimitada y muy variada pues este es otro factor que hay que analizar con calma— son “inteligentes”. Es decir, si admitimos que los equipos son inteligentes, estamos admitiendo que son medibles y diferentes en su inteligencia grupal al resto de equipos y a las individualidades personales. Cada equipo tiene su propia inteligencia colectiva, mayor o menor, diferente y plural, con debilidades y aciertos propios, con su propia personalidad que no es la de ninguno de sus miembros.

El nivel de la inteligencia colectiva de los equipos es diferente entre ellos, pero aún más lo son sus capacidad, sus diferenciaciones de tareas excelentes, sus capacidades para resolver bien o mal ciertas tareas complejas. Diríamos que cada equipos es bueno para unas cosas y malo para otras. por ello la tareas de seleccionar el equipo es fundamental para lograr esa inteligencia colectiva que haga funcionar el equipo en aras de lo que se necesita.

Curiosamente hay estudios que nos demuestran que la suma de personas con una gran capacidad de inteligencia emocional o inteligencia productiva o laboral, no siempre forman un equipo con una gran inteligencia colectiva. Para sumar hacia la excelencia del equipo se necesitan más elementos que la agrupación de grandes individuos inteligentes antes de sumarse al equipo.

Un equipo debe saber leer los momentos, sacar conclusiones con pocos datos, actuar cuando es necesario, tener diversas velocidades de reacción, saber repartirse bien el trabajo entre sus integrantes, detectar en cada momento la capacidad de motivación que cada persona tiene para cada tarea específica e incluso en cada momento del tiempo del proceso. Hay personas excelente en la calma, que pierden su capacidad en momentos de tensión. Hay personas que necesitan trabajar en solitario dentro de un equipo, mientras que otras como mejor funcionan es trabajando junto a otras personas, por poner dos ejemplos sencillos.

La inteligencia colectiva se basa también y mucho en la inteligencia social, en la inteligencia emocional. Si las personas no se entienden bien, tanto en los momentos de euforia como en los de caída, no será posible lograr un gran equipo de trabajo. La relación entre las personas debe ser excelente, y nunca confundir esto con la clásica balsa de aceite. La discrepancia en positiva. Lo que no es positivo es la forma en que a veces se realiza la discrepancia. En la diferenciación se puede crecer, pero hay que aprender a gestionar las crisis de relación desde la empatía y la buena relación.

1.2.16

Hay que dominar los tiempos, necesarios y diferentes para que algo suceda

Siempre hay un tiempo en cada decisión de la vida que es necesario emplear para “dejar” que todas las cosas vayan sucediendo. Es el tiempo que no dominamos, el tiempo que necesitamos que vaya transcurriendo para que todo se mueve un poco hasta dejar huecos, hasta que nuestra entrada sea más lógica, incluso más inevitable. Es decir…, hay que saber jugar con los tiempos.

Pero hay que estar siempre muy atento pues enseguida viene  un tiempo para “hacer”, para  que todas las cosas sucedan y se realicen. En ese momento nos tiene que encontrar atentos, preparados, capaces de tomar decisiones y de ser positivos.  

Hay que saber diferenciar bien en qué momento es necesario intervenir y en qué momento es mejor dejar que todo funcione por sí mismo hasta que todo madura lo necesario. Los silencios, las inaniciones (paralización de alimentar las decisiones) son tan importantes en todo proceso de toma de decisiones, como los propios tiempos de acción.

Pero saber emplear sólo uno de los dos mecanismos lógicos de funcionamiento convierte en incapaz al que lo intenta. Nosotros siempre tenemos que interactuar (actuando o quedándonos sin alimentar el momento), aunque es posible que a veces no acertemos en el tiempo, en el momento. Por exceso o por defecto ese es el riesgo y el punto que debemos conocer bien, pero en eso radica la excelencia de cada persona.

Si nosotros no actuamos…, haciendo o no haciendo…, ¿para qué estamos allí? ¿sólo de espectadores? ¿acaso hemos pagado entrada o esperan de nosotros que en algún momento nos pongamos a aplaudir? Para que las cosas sucedan se tiene que sumar los dos tempos diferentes. El “tiempo necesario para que sea inevitable que sucedan las cosas” y el “tiempo necesario en el que hay que hacer que las cosas sucedan”.