14.12.15

La excelencia de España depende de tí. Y de mi. Y de todxs nosotrxs

Hoy nos han llenado de sondeos, de encuestas electorales, en el último día legal para presentarlas y poder manipularlas y así influir en todos nosotros. Mañana será el día de saber si esta noche empatan a cero o gana alguno de los dos candidatos bipartidistas, Mariano y Pedro, que serán muy vigilados en La Sexta por Albert y Pablo, en un contradebate que resultará sin duda interesante.

 Esta campaña electoral ha sido de la televisión y la cartelería ha demostrado ser del siglo XX. Han perdido las Artes Gráficas otra vez.

Quedan pocos días para terminar de hablar sobre política casi como monográfico. ¿De verdad quedan pocos días? Tras el domingo, vendrán los lloros, las dimisiones, las sacadas de pecho, para dejar paso en una semana frenética de análisis fatuos que nos llevarán a la calma de la Navidad. Uff!, Pensaremos sólo en langostinos congelados. ¿Y después?

Todos creíamos que iban a ser tres años y medio de calma chicha pero la realidad del domingo nos puede llevar a un panorama complicado que haga pensar inevitablemente en otras elecciones en un año. O no. Todo puede suceder el domingo, pues todo está abierto. Depende de nosotros, de tí y de mí, de todos los que iremos a votar, por los ganadores o por los perdedores. España se merece intentar la excelencia, y aunque parece complicado con los mimbres que se nos presentan, hay que intentarlo. Sabemos lo que dan de sí algunos de ellos, ahora toca arriesgarse, pues más de lo mismo es seguir siendo los pobres de Europa, los criados de los ricos, los que estamos construyendo una España peor para nuestros hijos. Depende de nosotros.

13.12.15

¿Quieres que nos insultemos entre nosotros?

Debemos preguntarnos si llamarte asqueroso, a tí, que has venido hasta aquí a simplemente leerme, es ético, lógico, tiene sentido, sirve para algo, se debe consentir, o simplemente has hecho ya lo lógico: abandonarme. Pero en realidad estaríamos dando valor a la libertad de expresión en un paso más del acostumbrado. Asqueroso es absurdo y falso. Es un insulto suave sobre todo porque yo a tí no te conozco y no sé si realmente eres asqueroso o no. Eres asqueroso porque sé que te jode que te lo diga.

En caso de que ya me hayas abandonado, es decir, en el caso de que ya no estés leyendo esto, en realidad me has valorado mucho más de lo que deberías. Aunque ahora no te enteres, claro. ¿Quién soy yo para llamarte asqueroso? y lo que es más importante ¿quién soy yo para que tú le des valor a lo que te he dicho?

Nos hemos ido volviendo tan suaves, posiblemente manipulados para que seamos así de suaves, que no admitimos una libertad de expresión básica. O vamos de finos y no nos salimos ni un pelo o en cambio somos capaces de matar o estrangular con saña. Esto lo vemos claro en la televisión. No podemos decir coño o mamada, pero en cambio podemos escuchar con detalle la noticia de que un padre ha matado a sus hijos y ver de cerca las manchas de sangre del patio de vecindad.

Sigo sin conocerte, y te ha podido molestar que te llamara asqueroso de entrada, pero tú tampoco me conoces a mi. Igual soy ese cabrón que mañana te va a despedir del trabajo, te engaña con el precio de la carne, sisa en unas facturas o te da con el coche por detrás aparcando y se escapa. O el imbécil que como médico o juez te va a dar un diagnóstico y vengo de casa cabreado. Nos jode que nos insulten con la libertad de expresión, pero tenemos que tragar cuando nos joden con la libertad de acción. Creemos que es más sencillo poner cara de perro si nos dicen asquerosos que si no joden en nuestra vida de verdad. Las palabras se las lleva el aire, pero nos hemos acostumbrado a darles una importancia que no tienen.