19.7.15

El hambre de Leguina se mide con otras estadísticas

Hay políticos que el paso del tiempo les sienta fatal. Tengo la obligación de creerme que ha sido el aumento de años y no el engaño social de vivir disfrazados ideológicamente cuando fueron Presidentes de Madrid. Jope con Madrid. ¿Qué tiene Madrid, si el agua parece tan saludable?

Joaquín Leguina “nunca se ha creído” los datos sobre el aumento de la pobreza en España, siendo demógrafo nunca ha creído que el 22% de la población en nuestro país esté bajo ese umbral de la pobreza.

Lo malo no es dudar del lugar numerológico dónde poner el corte estadístico para que un dato sea uno o el contrario, lo malo es la forma de argumentar, pues el amigo Leguina acusa a las ONGs de manipular estos datos estadísticos para sus intereses. Al menos no acusa a los pobres de ser pobres.

“Si yo me dedico, y me dedico por —digamos humanidad o porque tengo esa vocación— a cuidar pobres, me interesa que haya muchos pobres. Porque si no hubiera pobres, ¿a qué me dedicaba?”.

Jope con el señor mayor, de la misma edad que yo. Eso es tanto como asumir que los médicos cuidan a sus enfermos sólo para que no se les mueran, no vayan a perder clientes. O las residencias de ancianos dan de comer bien, para no perder facturación. Es tanto como pensar que las personas que acuden a ayudar en una ONG lo hacen con el buen propósito no de resolver los problemas, sino de que les duren muchos años para estar entretenidos. Tanto como pensar que los soldados matan poco en las guerras, para que así puedan seguir teniendo trabajo más tarde.

Los jóvenes con ingresos mensuales inferiores a los 400 euros mensuales son inmensidad. Eso es pobreza. Con independencia de que tengan móvil, internet y zapatillas de marca. De que estén en bares o fumen. Las familias tenemos que soportar esos gastos, porque no todos somos pobres, el 78% no lo son, y porque nos da la gana soportarlos. Pero la pobreza se mide de muchas maneras. La principal es que España está más pobre, que ha aumentado la pobreza, y que los jóvenes en España no se pueden emancipar, cada día hay más niños que acuden a las aulas públicas con hambre, cada días se consume menos de elementos básicos. Efectivamente, cada día se vender más Audi o Mercedes. Eso también es cierto.

El trabajo laboral productivo no es la suma de horas de estar

Leía ayer que mientras los griegos trabajan casi 700 horas al año más que los españoles o los alemanes, su productividad por persona año es bajísima comparada con los ciudadanos que trabajan un 35% menos de horas. Las estadísticas las empleamos a veces para crear sensaciones, ideas, opiniones. Así que mucho cuidado con los datos.

En Grecia hay oficios en donde se jubilan a los 55 años y en España hacerlo a los 67 nos parece (a mi no) incluso poco. Pero no tenemos en cuenta (casi) los años trabajados. 

Yo empecé a trabajar a los 14 años y cotizando desde entonces. Mi hermano a los 12 aunque estuvo dos sin cotizar. 

¿Se debe medir la edad de jubilación de la misma manera para quien empieza a trabajar a los 26 ó 30 años por no poderlo hacer antes, que a los que empezamos siendo niños? 

No es cuestión solo de coste, de años cotizados, que también. Es sobre todo cuestión de agotamiento vital, laboral. 

Quien ahora es obligado a jubilar a los 67 años es una persona que en muchos casos empezó de niño y además al no tener una formación alta no solo ha tenido que soportar trabajos duros sino además en muchos casos sin cambios en las empresas. 

¿Se sabe medir lo que supone trabajar 50 años seguidos en el mismo puesto de trabajo?

La productividad de cada puesto de trabajo es la suma de muchas variables. Pero los menos responsables en su aumento, control o mal utilización suelen ser —en la mayoría de los casos— las personas que simplemente trabajan. 

No se está motivado. No hay formación suficiente. 

Pero sobre todo no hay herramientas a la altura de las necesidades, ni directivos que sepan organizar los sistemas de trabajo. 

Nada hace más daño a un proceso productivo que unos gerentes incapaces de adaptarse a cada momento, a saber formar equipos, a saber motivar.

Se pueden trabajar 2.000 horas al año y producir mucho menos que los que trabajan 1.500 horas, sin duda. Y además lograr por ello una mala motivación e implicación y una nefasta gestión de los tiempos de respuesta de cada momento. 

Yo nunca he querido personas de velocidad fija, fueran del tipo que fuera. Yo siempre he seleccionado (intentado) para mis equipos, personas de muy variada velocidad según el momento. 

Lo de menos era contar las horas anuales o los días festivos, sino la producción en cada momento. Algo por cierto que en empresas con diversos niveles de gestión y administración, sé que es complejo de lograr y admitir. 

Acercarnos al momento laboral actual es alejarnos de sistemas poco productivos

No es posible ya competir en trabajos manuales, de alta necesidad de mano de obra. Hoy el trabajo tiene que venir a España desde otras ópticas. O somos capaces de entender esto, o estamos condenados a seguir equivocados.

En los países occidentales con una sociedad del bienestar que hay que mantener, no es posible seguir aferrados a la economía laboral de las muchas horas de trabajo, de la cadena de montaje, de las grandes corporaciones, de aquella producción que muchos pueden hacer por la mitad de precio final. 

Rebajados los costes de las materias primas, de los impuestos internacionales al comercio, del transporte de las mercancías, quedaba el coste de la mano de obra. Era inevitable y hay que asumirlo para defenderse.