8.4.15

Yo nací dos veces. Y las dos muerto

Yo nací muerto hace hoy muchos años. Tras darme una somanta palos de aupa me tiraron a un rincón del dormitorio par atender a mi madre que se desangraba. En ese momento me di cuenta que o ponía de mi parte —y aquello estaba jodido de verdad, gris oscuro, abandonado en el suelo y sin aire— o no podría disfrutar de la calle. Así que me puse a respirar sin motivo aparente.

Hace cinco años volvía a nacer muerto, también boca abajo y con la cabeza llena de sangre, pero esta vez en lugar de tener a mi madre al lado tenía a mi santa esposa. Cambié el Boterón por Cintruénigo, el suelo frío del dormitorio por el de la autopista, pero también tuvo que optar desde el interior que merecería la pena seguir.

Esto de nacer o morir, de vivir o dormirnos, depende de suerte. A veces también del cinturón de seguridad. Pero mientras no inventen otra forma de “estar” yo personalmente no he encontrado otra mejor que seguir vivo y cumplir años. Es lo que nos toca.

7.4.15

El natural caso de la señora escaqueadora y morrazos

Hoy he sido atendido en el banco más rojo de España por una auténtica incapaz para atender al personal, una señora casi de mi edad y con mínimas ganas de trabajar, posiblemente porque lo que yo planteaba era mínimamente más complicado de lo que ella esparaba. 

Me ha quitado de en medio casi sin levantar la mirada y me ha lanzado a la mesa de un compañero que me ha atendido con suma cordialidad. Diferencias de ganas de trabajar.

Al terminar de resolver el problema me he preguntado si la distancia entre mesas era tan tremenda como la mental, y efectivamente lo era. 

La de la señora cejuda estaba a dos metros pero parecía el siglo XIX. Tenía al menos una docena de formas y maderas de quitarse el muerto de encima y ha practicado la más absurda de todos. Mi mesa está más cerca de la directora, luego mando más. Jope. 

Y eso que no acudí a mi albedrío sino mandado por quien aparenta gobernar el asunto entre aquellas paredes.