22.3.15

El cambio se ha puesto a andar. Pero muy despacito

Importante triunfo del PSOE y Susana Díaz en Andalucía que le ofrece a los socialistas el primer empujón importante de moral, aunque haya perdido votos en estas elecciones, y necesite de complejos acuerdos de gobiernos posiblemente más caros de lograr.

Importante fracaso del PP y sobre todo de Mariano Rajoy, que recoge sus malísimas políticas a nivel estatal aunque lo disimule en la cara de un nuevo candidato. El PP está caminando hacia el fracaso y lo saben ellos a partir de ahora.

Escaso triunfo de Podemos que no ha logrado lo que ellos mismos se prometían, por mucho que sus casi 600.000 votos sean importantes para hacer palanca. Han tenido que soportar una campaña electoral que les ha venido a destiempo pero ellos mismos no lo han puesto fácil con la negativa a mostrar su programa, si es que lo tienen.

Triunfo de Ciudadanos que ha subido hasta asentarse en unos números que siendo escasos le van a permitir hacer creer a muchos españoles que pueden representar la nueva política conservadora contra un PP anquilosado y viejo. Es un punto de arranque importante que sabrán hacerlo valer.

Tremendo hundimiento de IU, no tanto desde sus 12 diputados que se han quedado en 5, sino de los sondeos que hace solo un año o poco más les daban unos números realmente magníficos y que han perdido a menos de Podemos. IU está hundida aunque no se diga, será complicado levantar el ánimo y la energía hoy perdida, pues la sensación que ellos mismo tendrán es la de la enfermedad grave.

Destrozo, rotura, descalabro, hundimiento de UPyD  que se lo tendrá que hacer mirar con sumo detenimiento. No es cuestión de candidatos andaluces sino de políticas y gestos, de ideas y de sensaciones.

¿Y a partir de ahora? Pues a seguir trabajando todos los partidos pues nada está dicho. No está acabado el bipartidismo —aunque en apariencia lo parezca— pues falta construir una alternativa válida que sirva para cambiar la sociedad. Podemos no es, pues sus resultados son todavía escasos. Debe añadir más sustancia, más sal, más chicha o se perderá en el campo de los intentos. Ciudadanos tiene un periodo de crecimiento que tendremos que observar con calma pues las zancadillas serán del mismo tamaño que le han puesto a Podemos. El PSOE puede aprender a cambiar sus relaciones o seguir en el camino de convertirse en lo que ya es. No le va mal, tiene sin duda un clientelismo muy fiel. Ellos sabrán, pues el resto de España no es como andalucía aunque algunos se lo crean.

Populismo. Anarquismo. Nuevo socialismo. Neoliberalismo.

Surgen voces en Europa sobre el resurgir de los populismos de variado color, todos anticapitalistas pero que nacen de lugares bien distintos. Algunos brillos les delatan y en casi todos los casos les acompaña un nacionalismo mal entendido y peor planificado que solo busca conservar las personas propias sin que se dejen integrar las lógicas incorporaciones sociales de los nuevos tiempos. Queremos conservar la pobreza para nosotros solos, mientras los ricos de verdad juegan a disfrutar de los nuevos lujos. Siempre hay nuevos lujos, inventados precisamente por los que no los disfrutamos.

Junto a estos populismos que huyen de la política convencional —según ellos— por asquerosa, se asienta a su lado pero con diversas opciones de grado y potencia, el nuevo presunto anarquismo. Desde el más intelectual y teórico al más violento y ardoroso. El anarquismo es una filosofía de vida, nada que ver con los estereotipos mal vendidos. Cuando nos quieren destruir como personas capaces y útiles, surge como defensa una especie de anarquismo que si se cultiva se torna intelectual. Todos necesitamos sentirnos capaces y vivos y si se nos cortan los caminos nos revolvemos con rabia y mordemos; creo que desde antes del Neolítico. No creer en la política sería la imagen más sencilla del anarquismo.

Es tiempos de intentar cambios y hoy en Andalucía hemos visto el primer esbozo, los primeros bocetos del todo o de la nada, pues nadie estamos seguros de la sustancia que hay dentro de ese futuro que avanza. Nunca el pasado fue mejor, pues siempre está muerto y los fallecidos tienden a oler. Pero a veces el futuro es negro como la noche. Así que tendremos que comprar velas y cerillas. Para tener luz, claro.

De momento a los jóvenes y nuevos intelectuales los arrinconamos de camareros o de limpiaculos para que sigan cocinando su rebelión interior, en el más absurdo ejercicio de sociedad que se hunde que no nos podamos ni imaginar sus consecuencias a corto plazo incluso. Si a los jóvenes no les damos futuro ¿que nos imaginamos que harán? ¿Nadie lee libros de historia en Europa?