22.3.15

Populismo. Anarquismo. Nuevo socialismo. Neoliberalismo.

Surgen voces en Europa sobre el resurgir de los populismos de variado color, todos anticapitalistas pero que nacen de lugares bien distintos. Algunos brillos les delatan y en casi todos los casos les acompaña un nacionalismo mal entendido y peor planificado que solo busca conservar las personas propias sin que se dejen integrar las lógicas incorporaciones sociales de los nuevos tiempos. Queremos conservar la pobreza para nosotros solos, mientras los ricos de verdad juegan a disfrutar de los nuevos lujos. Siempre hay nuevos lujos, inventados precisamente por los que no los disfrutamos.

Junto a estos populismos que huyen de la política convencional —según ellos— por asquerosa, se asienta a su lado pero con diversas opciones de grado y potencia, el nuevo presunto anarquismo. Desde el más intelectual y teórico al más violento y ardoroso. El anarquismo es una filosofía de vida, nada que ver con los estereotipos mal vendidos. Cuando nos quieren destruir como personas capaces y útiles, surge como defensa una especie de anarquismo que si se cultiva se torna intelectual. Todos necesitamos sentirnos capaces y vivos y si se nos cortan los caminos nos revolvemos con rabia y mordemos; creo que desde antes del Neolítico. No creer en la política sería la imagen más sencilla del anarquismo.

Es tiempos de intentar cambios y hoy en Andalucía hemos visto el primer esbozo, los primeros bocetos del todo o de la nada, pues nadie estamos seguros de la sustancia que hay dentro de ese futuro que avanza. Nunca el pasado fue mejor, pues siempre está muerto y los fallecidos tienden a oler. Pero a veces el futuro es negro como la noche. Así que tendremos que comprar velas y cerillas. Para tener luz, claro.

De momento a los jóvenes y nuevos intelectuales los arrinconamos de camareros o de limpiaculos para que sigan cocinando su rebelión interior, en el más absurdo ejercicio de sociedad que se hunde que no nos podamos ni imaginar sus consecuencias a corto plazo incluso. Si a los jóvenes no les damos futuro ¿que nos imaginamos que harán? ¿Nadie lee libros de historia en Europa?

No, Dios no estaba en el pasillo aquella tarde

Hoy he ido de hospitales a ver a un buen amigo. Su compañero de habitación está jodido. Mi amigo también. Y he creído que reírse de todo un poco era una forma de abrir la mañana gris y lluviosa. Las mujeres se reían conmigo pero ellos, pobres, solo pasaban los minutos. Si el infierno existe debe ser un gran hospital. Incluso la calefacción está tan alta en el infierno para parecerse a los hospitales, seguro.

Hay hospitales modernos pero los hay también de esos que las décadas los han convertido en celdas blancas sin intimidad. Se te puede morir el de al lado y tenerlo tan cerca que le escuchas el reloj latir levemente hasta agotarse.

Ayer se les murió a todos un joven del pasillo que provocó un tremendo drama humano entre enfermeras y médicos. Me lo contaba mi amiga en la cafetería con dolor y rabia, pues la muerte pasea y se lleva sin casi avisar al que le da la gana. Nunca te acostumbras del todo, aunque trabajes desde hace años en aquello. La familia le requería al médico con rabia que él les había dicho que estaba muy fuerte, que lo superaría. Culpaban al médico y él aguantaba sin serenidad sabiendo que era el menos responsable.

No, Dios no estaba en el pasillo.