4.2.15

España es muy de izquierdas y yo no lo sabía

Yo no me creo del todo al CIS. Si entendemos que el PSOE es de izquierdas, así como IU, Amaiur, ERC, Compromís, Equo, Geroa Bai y Podemos, y sumamos los datos del sondeo del CIS de enero 2015, vemos que entre todos estos progresistas se van a llevar un 55,2% de los votos. En cambio a las derechas les votan los del PP, UPyD, Ciudadanos, PNV, CIU CC, y UPN sumando un 39,2%. No suman 100% por los votos nulos, en blanco o a otros partidos menores.

Es decir que la izquierda se lleva un 58,5% de los votos reconocidos y la derecha un 41,5% de esos mismo votos para que al final nos de la suma de un 100%.

Pero si acudimos en el mismo sondeo a la pregunta 20 donde se consulta a los encuestados sobre donde se colocan ellos entre derechas e izquierdas, vemos que un 60,8% responde que es de izquierdas y un 20,3% que es de derechas ¿Cómooorrrrr?

Tampoco suman 100% pues quedan los que no saben ni contentan. Así que si lo llevamos al 100% suprimiendo a los que no quieren contestar nos encontramos con un 74,97% que dicen ser de izquierdas y un 25,03% que son de derechas.

Aquí es donde yo ya me he mareado. Nunca —pero nunca de nunca— el 75% de los españoles han sido de izquierdas. Nunca solo el 25% de los españoles han sido de derecha. No quiero alegrarme, lo siento. Simplemente es que no me lo creo.

Y además resulta curioso que el 75% de los españoles —esos que son de izquierdas según la pregunta 20— solo votan en un 58,5% a las izquierdas, es decir un 16,5% que dicen ser de izquierdas en cambio dicen que votarán a las derechas. Joroba.

¿Cómo es esto? Pues muy sencillo. Hay gente que piensa que Podemos o IU son de derechas (un 1,6%) y UPyD (35,9%) o Ciudadanos (28,4%) son de izquierdas. Incluso hay un 4,8% que piensa que el PP es de izquierdas y un 18,6% que el PSOE es de derechas. Necesitamos pedagogía de todo tipo, incluso para entender como se compra en los bancos los créditos y las tarjetas con trampas. Dios mío, qué siglo.

3.2.15

El futuro se escribe de muchos presentes amontonados

En política, ante la historia, solo somos capaces de ver el pasado. No sabemos predecir el futuro por mucho que aparentemos que lo intuimos o lo adivinamos, que lo vamos a construir. O bien nos lo decimos para darnos ánimos o bien para engañar —muchas veces sin querer— a los que nos escuchan.

El futuro histórico, es decir el futuro social que escribimos con la política, no lo sabemos, no lo podemos intuir. A lo sumo, intentamos escribir el futuro desde el presente, y según nuestras ideas, nuestras ideologías, nuestros proyectos. Lo intentamos, pero nada más. 

Creemos en el futuro, decimos que lo conocemos y que lo vamos a edificar, pero dependemos de excesivos condicionantes que no sabemos dominar. Nadie puede predecir, si acaso jugar a ello.

Todos intentamos lo que creemos mejor para nuestra sociedad. Pero lo intentamos desde ideas completamente diferentes, lo que resulta curioso. 

Todos creemos tener razones, incluso “la razón”, pero todos partimos de ideas muy distintas. Todos creemos que con nuestra razón vamos a beneficiar a la mayoría de la sociedad posible, incluida aquella que precisamente cree salir perjudicada. Curioso pero real.

Pero no todos tenemos razón y eso explica todo. Razonamos nuestras decisiones, creemos en nuestra ideología, estamos convencidos de tener la razón, pero curiosamente al haber varias opciones, siempre hay mayoría que piensa que estamos equivocados. Son “los otros”.

En este inicio de siglo ya muy utilizado estamos entrando en un cambio. Estos cambios son cíclicos, son normales, son necesarios incluso. Este cambio no solo está afectando a España, también a Europa, a un mundo globalizado, a una América que va cambiando, a un África cabreada por el hambre, a una Asia que está despertando. A todos. 

El cambio social y cíclico cuando se produce es largo y además profundo. Tanto, que se intenta muy profundo para que afecte y cambie lo menos posible. Cuanto más profundo, cuantas más vueltas dé, menos cambios producirá. 

Y en la mayoría de los casos los que tienen el poder no quieren cambios, pues simplemente quieren seguir teniendo el poder.

Si quieres que no cambie nada, lo mejor es cambiarlo todo. La teoría de la vuelta al punto de partida. 

Pero lo cierto es que una vez que todo se mueve, ya deja de existir el punto de inicio, se pierde y se crea otro. Y sobre todo nace un punto de meta, un lugar de llegada al que otros nuevos y muchos intentan llegar con nuevas ganas.

No somos capaces de escribir el futuro, si lo intentamos. Pero sí somos capaces de escribir el futuro si simplemente cumplimos con nuestra obligación de ir escribiendo el presente constantemente

El futuro se escribe de muchos presentes amontonados.