10.10.14

España debería pedir tiempo muerto y hacer reset o ponerse a llorar

La tormenta perfecta se ha unido sobre España hasta acojonarnos más. Efectivamente cuando digo más no hablo en más cantidad de preocupación sino sobre más personas. Veníamos asustados de lejos, preocupados de nuestra incapacidad demostrada durante bastantes años. Ahora solo es que han crecido las personas que se han dado cuenta de nuestra incapacidad. Lo malo es que muchas de ellas no son españolas.

Las imágenes publicadas demuestran nuestras formas y modos. Imágenes publicadas ya incluso por medios de comunicación conservadores para que no exista duda de barrer para casa. Artículos o simples informaciones que nos destrozan como sociedad absurda.

Y no hablo solo del ébola, me refiero también a las tarjetas negras, al dirigente sindical de Asturias, a las fotos de la cacería de Blesa con sus carneros, al lío de Cataluña, a los excesos policiales en algunos pueblos que se creen grandes, a que un Consejero de Sanidad hable por no callar poco después de confiar en la Virgen para mejorar la salud.

No me preocupa tanto el ébola como las trampas de todos contra todos. Se han muerto en Cataluña de legionella 10 personas y seguimos sin saber desde qué foco. Me preocupa que los tramposos están escondidos por todas las esquinas y que no sabemos qué saltará mañana. Incluidos los muy honorables que hasta cinco minutos antes de perder su futuro eran respetados por el miedo y por su poder y dinero. España debe reaccionar, hacer un reset total y mirar a ver qué queda. Y sobre todo quien quiere quedar, pues en los últimos años lo grave es que muchos de los buenos huyen de trabajar dando la cara.

La importancia de hablar para curar (tratar) las enfermedades mentales

Ayer en Zaragoza el psiquiatra Luis Rojas Marco apuntó una actividad muy beneficiosa para las personas con problemas de salud mental leve o medio. Hablar es muy sano.

Hablar con personas, con los animales domésticos, con las plantas o consigo mismo. Hablar en voz alta para escucharnos, explicar lo que sentimos, hablar de nuestro estado de ánimo, explicar en voz alta nuestros terrores, los miedos, las preocupaciones, los momentos buenos. Poner palabras en alto a nuestros sentimientos para explicar y con ello entender mejor lo que nos ocurre.

Incluso hablar es bueno para el corazón, según apuntaba Luis Rojas Marco a través de las experiencias que le relata el cardiólogo Valentín Fuster. Hablar reduce el estrés, las pulsaciones, la tensión arterial. Ayuda a la extroversión.

No llevamos bien el silencio, el tragarnos los problemas y mascullarlos desde dentro. Cuando tenemos problemas hay que contarlos, sacarlos y escucharlos en voz alta. Hablar por teléfono, comunicarnos de la forma que tengamos a mano. Entendamos que la palabra desahogarnos viene de quitarnos el ahogo.

Cambiar nuestros problemas hablándolos, y buscar parcelas pequeñas de nuestra vida que nos den felicidad. Apuntar en una hoja qué nos da felicidad y junto a esto seguir escribiendo aquellos aspectos que nos dificultan encontrarla. Hay que trabajar estos aspectos que ponen freno para lograr el objetivo.

El ejercicio físico, en el exterior pero también en el hogar, sirve para ayudar y mejorar el estrés y para ello es fundamental estar motivado a realizar ejercicio, pues la suma de motivación y ejercicio es la mejor prevención posible para ayudar a sentirnos mejor ante la adversidad de la vida.