3.10.14

El valor de las familias y los abuelos para evitar la violencia en España

Cada español debemos 16.500 euros aunque tú no los debas. Incluidos los niños y los ancianos, pues hablamos de estadística. Deuda de forma privada y sin contar la parte que también nos corresponde como deuda pública que es otro cacho enorme que se suma al anterior. Somos deudores hacia alguien que además quiere cobrar.

Pero es inevitable pensar que para salir de la actual crisis debemos consumir más, lo que es incompatible con la deuda que ya tenemos. Y sería óptimo que sobre todo consumiéramos productos internos y sirviera el consumo para crear puestos de trabajo. Y como además ha decrecido el poder regeneracional de los sueldos que juegan a la baja con el añadido de una deflación no reconocida, las ramas vigorosas que nos anuncian parecen un poco agostadas aunque al menos se intenta darles vigor de forma artificial para compensar tantas malas perspectivas; otra vez.

Con sueldos bajos y deudas altas es inevitable tener que trabajar mucho más aunque no haya trabajo, lo que obliga -sin querer queriendo- a un crecimiento de la economía B. Mala solución. Pero además el concepto "familia" está cambiando por obligación al no poder compaginar por mucho que se desee, el tipo de trabajo actual con tener dos hijos y una familia estable. La población española decrece, se vuelve mayor y le cambian los valores.

La familia es la que está sujetando al país, evitando situaciones violentas. Incluidos los abuelos con sus pensiones repartidas con hijos y nieto, o con sus consumos internos pues son el segmento social que menos importación consume. 

Mientras tengamos cinco millones de desempleados y otros tantos pensionistas que apoyen en el reparto, sujetaremos durante un tiempo la tranquilidad que no se entiende desde países europeos. Intenten explicar a un inglés o alemán que tenemos de verdad cinco millones de personas sin trabajo o a un 56% de jóvenes desempleados, y se callen el valor compensatorio de las familias; verán como ellos se ríen sabiendo que les estamos mintiendo en algo.

O ruptura violenta o reforma lenta y parcial. No hay término medio

Juan Luis Cebrián ha dicho hoy algo obvio que ya apuntaba yo en alguna ocasión: Las sociedades del Norte de África, tras la Primavera Árabe, han transformado las reformas hacia el nacimiento del Estado Islámico. Es todo lo contrario a lo que pretendían, pero ante las reformas contra las sociedades ligeramente democráticas siempre tenemos dos opciones y hay que saber que no existe término medio.

A/ Una parte de la sociedad se vuelve muy violenta y destruye reformando toda forma de democracia. Entra la dictadura militar o religiosa o social a controlar la sociedad.

B/ Una parte de la sociedad quiere más democracia y quiere derribar con presiones democráticas al que gobierna. Se cansa y abandona o logra pactando algunas reformas necesarias pero insuficientes.

Siempre, si no se está seguro totalmente de que la posibilidad A nunca podrá aparecer y adueñarse de la situación con su violencia, existe el peligro si se emplea la posibilidad B, de que al final las reformas que se logren seas precisamente las que plantean los violentos amantes de la opción A. Simplemente, porque sin violencia como opción posible de defensa, a poco que la opción A se quiera imponer, no es posible evitar su tipo de reforma violenta y dictatorial. La única manera de defenderse contra la violencia es con violencia.

O lo que es lo mismo. Siempre hay que elegir entre ruptura y reforma. Pero la segunda necesita la misma fuerza que la primera o sera imposible defenderla, a poco que estornude la primera.

Mucho cuidado pues con las reformas a medias, con un querer y no poder, pues al final siempre hay listos dispuestos a saltar a la mata de la violencia. Por eso siempre las rupturas son violentas y las reformas lentas y poco seguras. Pedir una ruptura desde la democracia es imposible.

Los jóvenes árabes no querían el Estado Islámico, pero al caer las dictaduras militares de sus países se abrió la espita a las dictaduras religiosas que se han transformado al final en militares islamistas. Y que solo desaparecerán con otra dictadura militar. No es un círculo cerrado, es que las transformaciones sociales requieren un tempo y unas instrucciones lentas que no siempre se quieren cumplir.

Nota.: ¿Y no hay solución diferente si no se quiere la violencia? La he apuntado. Jugar con los tiempos y asumir un tempo acompasado dentro de la suavidad y la lentitud. Las reformas siempre son lentas y por ello deben estar muy bien planificadas para que no se canse nadie y se logren unos objetivos palanca, suficientes y asentados.