8.8.14

Entre 2014 y 2019 escribiremos el futuro de España. ¿Tienes boli o prefieres pasar?

Vamos a comenzar un periodo anual muy interesante donde el nuevo sistema se va a intentar aposentar lentamente sobre el viejo, no sin tensiones añadidas. Quien piense que las muertes de sistemas sociales se producen suavemente se equivoca, pues nadie quiere morir plácidamente si se siente joven y con músculo. Así que estos seis próximos años van a ser muy interesantes y tenemos la inmensa suerte de protagonizarlos si queremos intervenir o escuchar.

El 2014 va a sentar, todavía, las bases del 2015 con algunos cambios o estertores novedosos. Pero será ese 2015 el que producirá tensiones lógicas de acción reacción entre viejos y nuevos. Y la sociedad esperará la reactivación económica mal repartida con las mismas ansias de cambio de cualquier joven al que le han robado su futuro.

Tras las autonómicas y municipales leeremos el primer asalto y analizaremos si la partida será a dos o a cuatro batallas. Si el cambio va para largo las tensiones se enquistarán más y las crisis puntuales serán largas pues la impaciencia se fastidia según se va observando el final del túnel. 

De cara al 2016 se analizará la motivación del cambio y se sacarán las primeras conclusiones positivas o negativas, para vencer reticencias de cara a las generales. El PP tomará aliento y el PSOE se mirará el cuerpo. Si le quedan trozos de piel hará palanca, si tiene espacio montará la artillería, si solo quedan heridas se aliará no sabemos bien con quien, pero seguro que con alguien, que por cierto nunca ha hecho. 

Y entraremos en un 2016 que será el primero de la nueva era, donde ya tendremos más de lo nuevo y menos de los viejo. Pero en donde nadie hoy se atreve a predecir si lo nuevo es diferente o si por lo contrario han ganado los arcaicos y es similar a lo actual. Ni si es para bien o para mal. Todo esto depende de todos nosotros, pues los renglones están sin escribir. Luego vendrán cuatro años de asentamiento, de calma chicha o de tensión abierta. Depende del bolígrafo que empleemos para escribir la historia. 

7.8.14

Los políticos somos incompetentes y muy mediocres. Pero no lo sabemos

Que los políticos somos unos incompetentes no hay duda; que seamos ladrones si que la hay pues la inmensa mayoría nunca hemos tocado nada que no fuera nuestro. Pero ser honrados no es suficiente para mantener la responsabilidad. Aunque hay que reconocer que la inmensa mayoría (otra vez inmensa) seguimos en puestos políticos por que no hay otros mejores. Somos mediocres pero nos mantenemos pues nadie con excelencia curricular quiere ser político. Ni cobrando ni gratis. 

Así que ahora han aparecido los desconocidos de Podemos, y los ciudadanos van locos por meterse en sus "círculos" sin saber bien si son galgos o podencos. Al menos dan la sensación de novedad y de no ser unos incompetentes. 

La mediocridad se asentó en la política por culpa de la izquierda que no supo plantear la importancia de la figura política desde el respeto. Los progresistas creímos siempre que exigir respeto iba en contra de la libertad y era una forma de manipulación y control social. Confundimos el cargo con la persona. Pensamos que exigir responsabilidad y excelencia era una forma de seleccionar a las personas que se iban a dedicar a la política, sin darnos cuenta que la obligación es exigir respeto y calidad humana "por el cargo y del cargo" no de la persona y por la persona.

Nos debe importar muy poco la persona del político, pero deberíamos haber cuidado al máximo el cargo representativo. Rita Barberá en Valencia firma sus bandos municipales con su nombre bien grande y en la primera línea. Para ella lo de menos es el cargo, lo de más quien lo ocupa. Su ejemplo es habitual, aunque no con el mismo descaro. Y esa es la vieja política, casi de la Edad Media, que debemos desterrar por mediocre e incompetente. La que sirve para que no se respete al cargo y tampoco a quien lo representa.