8.7.14

En lo pequeño, está muchas veces escondido lo maravilloso

En lo pequeño está muchas veces escondido lo maravilloso. Todos conocemos las elegantes formas de una rosa pero pocos lo increíblemente bonita que es la flor del tomate vista de cerca. 

En la vida social, en las relaciones con los que nos rodean sucede muchas veces algo parecido. Nos encanta la belleza exterior en basto, la que se ve a varios metros, la que deslumbra. Pero nunca es fácil acercarse a buscar la belleza de unas caricias, de un susurro, de unas orejas, de una cándida comprensión ante el dolor, de un trabajo duro del día a día.

Nos llegan enseguida las fragancias de una elegida colonia pero es muy complicado ver desde lejos lo maravilloso que es su compañía en el día a día o lo interesante que es su diálogo y sus razonamientos ante la dureza de la vida. 

La sonrisa, cuando no su capacidad para hacer reír, no tiene comparación en positivo con lo que simplemente es un frasco de química cara o el tamaño de una cintura que en este siglo toca que sea estrecha o de unos brazos que ahora tocan que sean duros y bastos como la madera vieja. Creo que nos engañan, pero debemos dejarlo estar, siempre que nosotros sepamos elegir bien.

Pronto os podré engañar y mentir. En breve dejaré de hablar de política

La sensación que tenemos muchos es que la situación en España es muy mala pero adaptable y asumible por la mayoría dolorida, lo que convierte al político en el pim pam pum del juego social. Somos el maldito roedor que os obligamos a estar asustados; menos mal que como españoles de a pie nos sabemos adaptar a la pobreza obligada por TODOS los políticos.

Nadie asume que el político -en la inmensa mayoría de casos- es un tipo socialmente honrado pero mediocre, que ha decidido dedicar su tiempo a la sociedad cuando la inmensa mayoría de esta lo que le pide es que se quede en casa y que no haga nada, pues sobra su gestión. 

Y digo mediocre por que no aprendemos a obedecer a los que nos eligen y sobre los que además dedicamos nuestro tiempo de forma honrada y gratuita. No leemos en los labios que nos están diciendo: Vete a la mierda, político".

La inmensa mayoría de los políticos, los más mediocres entre los mediocres, no cobramos nada de nada y además nos gastamos parte de nuestro dinero en hacer política, llamar por teléfono o pagar gasolina, que también hay que ser bobos ¿no?