6.2.14

Llego en tren de Teruel con retraso pero no sé hacer otra cosa que aguantarme

Llego de Teruel a Zaragoza en tren con 20 minutos de retraso y me dicen que es un día afortunado. El calor aprendió a salir por las tardes, pero yo no he aprendido a dejar la chaqueta de lana en el cajón. Paso por Muel cansado de tanto tren pero aceptando que viajo por que quiero, mientras con el rabillo del ojo observo unas cerámicas apostadas en una pared. Estoy rodeado de más personas cansadas que deberían haber llegado como yo a su destino y aguantan. Abofetear al vagón no conduce a ninguna gracia sustitutoria. Ni es hora de siesta ni de merendar ni de pasearse un parque, si acaso de coger un taxi para compensar. ¿Seré capaz de hacerme una tortilla de patata jugosa para cenar hoy? 

Todo depende de ti. También que los demás salgan de la crisis

Cuando de cada sociedad vamos restando los jóvenes que se tienen que escapar, los mayores por que ya no están activos en tecnologías y no se valora su experiencia, los mediocres que se esconden esperando que escampe solo, los desafectados por que ya no creen ni en dios y los militantes por que quieren modificar algo pero no les dejan, quedamos tú y yo. Un mal escribidor y un lector que se ha perdido.

Poca cosa para molestar al sistema "ancladamente" fijado para no moverse ni un ápice, aunque mil tipos como nosotros soplemos aire.

Quedamos pues los mediocres quejicas; los demás han huido y nadie sabe cómo ha sido. Bueno, los que manejas los hilos sí saben como lo han logrado; tanto, que lo volverían hacer a poco que seamos más los que soplemos.

Pero en la mediocridad nuestra está la penitencia. Como somos pobres de espíritu nos tenemos que mover más, debemos resultar molestos y cargantes a costa de repetir mil veces mil los mismos zumbidos, hasta parecer que somos muchos. Solo así haremos ruido. Y eso si, disfrazarnos de diferente clase de abejorro para disimular, que los que dominan el cotarro se fijan en nosotros y debemos parecer muchos

Se ha pasado la hora de quejarse, del análisis y la pena. Ahora toca plantear iniciativas aunque parezcan locas, pues solo de ellas lograremos sacar alguna válida. Actuar y atrevernos, dejar de soñar dormidos y hacerlo despiertos. Creer en nosotros. ¿Cuando vas a empezar a creer en tus posibilidades?