13.1.14

Cada día amo más el paquete de café de la alacena

Morirse es irse. ¡Qué tontada, qué simplismo!, pero es cierto. Nos vamos y punto final. Viajamos para dejar de estar. Yo tengo una tía carnal de 91 años que un día empezó a irse poco a poco y ya lleva seis de viaje. No sé en qué día se murió, ella cree que sigue viva, pero en pocas semanas dejó de estar para sin trasladarse a otro lugar, morirse sin darnos cuenta nadie.

Dejó de leer el periódico diario, ya no entendía de política, se olvidó de las personas que conocía y empezó a perder el gusto por el café de media mañana. Ella cree que sigue viva, ya lo he dicho, pero nosotros sabemos que murió hace unos años aunque no se lo queremos decir. Además no nos querría entender. Así que estoy seguro, se me quedarán muchas cosas sin hacer aunque pretenda lo contrario pues nunca entendemos de fechas. Y además cada día admiro más el café de media mañana pues no sé cuantos paquetes me quedan en la alacena. 

La violencia de Burgos puede ser contagiosa

Todos esperando a que saltara la chispa en Madrid o Barcelona, en Valencia o Bilbao y se nos escapa el mechero en Burgos. No entendemos nada de nada. Es tal el cúmulo de cabreo, de falta de soluciones, de pérdida en la confianza política, que cualquier gota de agua inunda las cabezas.

Este caso, en Burgos, es la modernización de la entrada a Burgos por la Nacional I auspiciada por un alcalde y un dueño de medios de comunicación al margen de los vecinos. Y ha estallado el cabreo.

La violencia hay que entenderla para resolver el problema. Entenderla no es apoyarla que a veces se nos van los sesos cuando alguno sale intentando comprender los motivos. Entender no es aprobar, es simplemente diagnosticar y resolver si es posible. Y lo de Burgos, ciudad tranquila hasta que estalla tiene un problema grave que casi nadie está viendo. Puede ser el ejemplo a copiar. Puede ser el laboratorio de chispas.

Hoy por la mañana, a las 12, unos cuarenta jóvenes estaban destrozando las vallas que quedaban de la obra, recorriendo la calle Vitoria y rompiendo todo lo que quedaba de la obra. Unos 400 vecinos observaban mientras que la policía desde la distancia no actuaba y el Alcalde volvía a salir en los medios diciendo que la obra se haría y punto pelota. Estos son los ingredientes, alguien debe coger el teléfono y resolver el problema. El de Burgos y el de su contagio. Atajar con violencia la violencia puede generar más violencia. Hay que resolver los problemas antes de que se conviertan en violencia.