5.1.14

No me gustar los partidos políticos, pero soy de uno y resultan insustituibles

Pertenezco a un partido pero no me gustan los partidos. Son pocos y forman o defiendes solo "su" parte. Es decir, resulta imposible que en un partido de los pocos que hay, se contengan solo personas que piensen perfectamente igual, pues cada uno pensamos de diferente manera. Podemos estar de acuerdo en diez cosas de cien, en sesenta de cien, pero no del resto. Si en un territorio hay seis partidos políticos es imposible pensar siquiera que solo existen seis formas distintas de pensar en sociedad.

Y lo que es más complicado de asumir; quien piensa igual en 75 cosas de 100, las otras 25 las tiene repartidas por distintos "otros" partidos.

Mal invento para la fidelidad partidista y partidaria. Pero pertenezco a uno por que de momento no hay mejor manera de trabajar por la sociedad desde la levedad del individuo. Y por eso creo además en las sinergias, en los trabajos conjuntos, en los apoyos, pues solo así, entre la mezcla, se respeta más la divergencia. Pero mezclar no es fusionar, envolver hasta ahogar. Es sobre todo trabajar por esa parcela común y olvidarse de las divergencias. Es pensar en lo que nos une y dejar para otro momento lo que nos separa. Vamos, algo tan elemental como trabajar en equipo.

Entre chipirones y guardia civiles picantes hablamos de la mili

Hoy hemos cenado con amigos en el bar del barrio, esa tendencia que se va perdiendo de tener un bar de cabecera como quien tiene un médico o un zapatero remendón. Un bar de cabecera es ese lugar al que te llama la esposa cuando la hora de cenar se pasó de largo y sabe que estás de cháchara con la caña y los amigos. Un bar de confianza es donde vas a cenar platos mejor o peor preparados, pero siempre recién hechos y a tu gusto. 

Hoy teníamos ensalada y tortilla de patata sin cebolla pues para eso a una amiga no le gusta ver la cebolla ni en pintura. Y cabezas de cordero asadas y con patatas que es un plato raro pero de lujo pobre. Y unos chipirones a la plancha que no los mejora ni Arzak o unos guardia civiles picantes con un vinagre justo.

Entre caña y vino a granel, entre clientes que te dicen que aproveche y otros que miran y huelen gratis hemos pasado la tarde noche hablando de fríos o de cuando éramos jóvenes. Hace tanto de eso que ya hasta se nos va olvidando si quien se fue a la legión fue el hermano mayor o el taxista, aunque da igual inventarse el final y el intermedio. El caso es recordarlo para que no se olvide más.