3.8.13

Siete consejos para emprender mejor en la empresa


Todos queremos en nuestras empresas ser los mejores. O lo que es igual, deseamos que nuestra empresa sea la mejor. Pero es posible que en el intento caigamos en errores fáciles, escondidos entre el día a día, amparándose en las prisas y en las gestiones rutinarias. Veamos algunos ejemplos.
Innovar es cambiar, es probar, es buscar soluciones diferentes. Hay que buscar nuevas ideas, actualizar las formas de trabajo, adaptarlas a los nuevos tiempos que nos marcan los clientes, el mercado, la situación nueva.
 En estos tiempos todos intentamos no perder. Es básico, pero también es un riesgo. Tratar de no perder supone muchas veces lograr no ganar. Y una empresa si no gana en realidad está perdiendo.
Hay que conocer mejor a los clientes, son los que no hacen funcionar, los que nos pagan el sueldo, los que nos ayudan a invertir, los que dan sentido a las empresas. Sin clientes no tiene sentido ninguna empresa.
Efectivamente, hay muchos tipos de clientes, incluso muchas maneras de entender qué es un cliente, quien es cliente de quien. Hay que replantearse el concepto de cliente hasta adaptarlo a su máxima expresión.
En toda empresa deben ser “todos” los que estén pensando en cambiar y mejorar. Podemos tener un equipo que lidere los cambios, la innovación, pero debe contar con todo el equipo para conocer necesidades y posibilidades.
Tus clientes se mueven, tu competencia se mueve. ¿No sería más lógico que tú fueras por delante?
No hay que esperar a que la propia empresa te solicite el cambio con urgencia, es un gran error pensar que como todo funciona nada debe cambiarse. La obligación es estar siempre buscando mejoras, plantear estrategias empresariales nuevas que necesiten de cambios, moverse pues los mercados siempre se mueven. Incluso cuando parecen que no se están moviendo.

2.8.13

En todo tipo de tratamiento medicinal se necesitan profesionales


La medicina convencional o alopática , la más utilizada y en los últimos tiempos la más puesta en duda, está atravesando tiempos complejos por culpa un poco de todos, aunque los laboratorios de productos químicas se lleva la palma de estas grandes dudas.
En estos últimos años van rescatándose técnicas milenarias o modernas que intentan plantear la lucha contra la enfermedad desde otras ópticas que no sean puramente las químicas.
Hoy la solución habitual de la medicina tradicional o alopática es intentar resolver todos los problemas con pastillas, con química, con productos de laboratorio que poco a poco vamos conociendo que muchas veces responden más a criterios comercial apoyados en criterios de investigación. No debemos separar ambos como no debemos negar que la investigación constante logra avances que no siempre satisfacen a los enfermos, que esperamos más rapidez en las curaciones, más persistencia en ellas.
Muchas veces más que curar se logra mantener la enfermedad, que aunque es un gran logro no deja de ser un pequeño desasosiego que obliga a los enfermos a intentar buscar “otras” soluciones en “otras” medicinas diferentes.
Las medicinas alternativas, muchas de ellas también naturales, buscan más el contacto con las personas, la personalización de las respuestas al problema, la interiorización del mismo buscando soluciones propias. Son técnicas que muchas veces funcionan y pocas veces producen efectos secundarios. Incluso bastantes ocasiones pueden ser complementos a las terapias químicas.
Pero sí hay que distinguir claramente y de forma rotunda lo que pueden ser tratamientos realizados por chamanes más o menos con bata blanca o con plumas, de lo que son tratamientos alternativos pero realizados por profesionales de la medicina. No es lo mismo un tratamiento alternativo que simplemente es distinto, pero realizado por profesionales con reconocido prestigio, que tratamientos de pseudociencia amparados en engaños repetidos hasta hacerlos parecer verdades.