30.1.13

“La cena de los idiotas”, teatro para divertir

El teatro sigue muy vivo si se presentan buenos trabajos, obras interesantes y actores conocidos. Este sería el punto más débil de esta travesía compleja dentro de la crisis general en la cultura. Parace que los espectadores prefieren ver a actores que ya conocen por la televisión, de los que esperan un registro parecido a sus actuaciones más conocidas. Es simplificar el teatro, pero al menos sirve para que tenga clientes suficientes como para que siga peleando en tiempos difíciles.
Estuve viendo “La cena de los idiotas” con Josema Yuste, Davíd Fernández (Chikilicuatre) y Félix Álvarez (Felisuco). Estaban acompañados de otros tres actores menos conocidos: Esperanza Lemos, José Luis Mosquera y Natalia Ruiz.
La obra está bien, aunque se podría sacar más sabor, más sustancia social, pero tiene su mensaje, y sobre todo una enorme capacidad de hacer reír, algo que en estos tiempos es muy de agradecer. Los tres protagonistas están excelentes, todos, con un gran dominio de la obra, del escenario y de su capacidad para dominar los tiempos de la obra y de su capacidad para levantar risas y desahogos.
Deberían trabajar algo más la separación que existe con enorme distancia, entre teatro y televisión. Hay que recuperar esos guiños que solo el teatro es capaz de ejercer sobre los espectadores y no caer en las tic de la televisión, de los personajes ya conocidos en programas totalmente diferentes.

A la inteligencia hay que sumarle formación, desear aprender

Ante la vida, en nuestra relación con todos los demás, podemos tener inteligencia innata, pero también vamos a necesitar una formación suficiente, que no siempre tiene que ser reglada. 

Debemos aprender de la vida constantemente, no es necesario que nos den títulos para estar formado de manera suficiente. Simplemente es necesario el desear aprender constantemente. 

Si somos inteligentes pero no hemos ido cargando nuestro disco duro del cerebro con conocimientos nuevos, no es posible ser feliz ni capaz. Para disfrutar de la vida, necesitamos ser personas con sensibilidad y formación suficiente.

La inteligencia sería como el ordenador vacío, aunque sea bueno y potente, necesitamos llenarlo de programas, de documentos, para que sirva de algo. Un ordenador muy bueno pero vacío no sirve de nada. Si nos conformamos con tener un excelente cerebro, pero vacío, nunca seremos excelentes.