3.1.13

Qué es la ansiedad y cuales sus síntomas

La ansiedad y el estrés constituyen un aspecto normal del estado emocional de los seres humanos, si tienen un tamaño determinado, sabemos controlarlos y no son estados crónicos. No hay que confundir las sensaciones angustiantes de la ansiedad como enfermedad.

La angustia se define como un afecto similar al miedo pero que, a diferencia de este, no surge por un claro estímulo amenazante desde el exterior, sino que es vivida como algo que surge desde la interioridad psíquica de la persona. Para la psiquiatría europea la ansiedad se refiere a la expresión sobresaltada de ese afecto de amenaza sin motivos claros.

El trastorno de ansiedad generalizada es uno de los trastornos psiquiátricos más comunes junto al estrés y la depresión; es más frecuente en mujeres y está relacionado con el estrés crónico de la vida propia. Se da más en personas de elevada edad en donde existe además una mayor prevalencia de ansiedad grave. Influye el ámbito social y existe más sobre la población con bajos niveles sociales y económicos.


El síntoma principal que los pacientes explican como “sentirse nervioso”, es el de mayor frecuencia y gravedad, seguido por “sentirse irritado”; mientras que el pánico es más frecuente en mujeres. Los dolores de espalda y cuello y las cefaleas son las afecciones más comunes, seguidas por “cansarse fácilmente” y “sentirse muy débil”.

La característica esencial de este trastorno es un sentimiento de nerviosismo y desasosiego generalizados y persistentes, que en apariencia no tiene una motivación clara ni ninguna circunstancia ambiental en particular. Lo más habitual es que el paciente se queje de estar permanentemente nervioso, así como de sentir temblores, tensión muscular, exceso de sudoración, mareos y vértigos, taquicardia, y molestias gástricas.

Con frecuencia manifiestan el temor a que ellos mismos, o sus seres queridos, puedan contraer una enfermedad o sufrir un accidente, entre diversas obsesiones y presentimientos de carácter negativo. Este trastorno es más frecuente en mujeres y está a menudo relacionado con el estrés ambiental de su vida cotidiana. Para considerarla ansiedad deben tenerse estos síntomas casi todos los días durante semanas.

Los signos de ansiedad más indicativos son:

Aprensión (excesiva preocupación sobre posibles desgracias futuras, sentirse “al límite” de sus fuerzas, dificultad de concentración, etcétera).

 Tensión muscular (agitación e inquietud psicomotrices, cefaleas de tensión, temblores, incapacidad de relajarse).

 Hiperactividad interior (mareos, sudoración, taquicardias o taquipnea, molestias epigástricas, vértigo, sequedad de boca...).

2.1.13

Los profesores, los maestros, son los que ponen en valor la educación

En este hermoso colegio de la derecha, la antigua Universidad de Zaragoza, terminé de aprender materias lectivas importantes. Tuve luego casi otros 4 años de tiempo escolar con un profesor complicado.

En este colegio de la foto, estuve solo un año con un maravilloso profesor, Don Julio, que cuando me tuve que ir intentó con todos sus medios que no me fuera a otro centro; pero mis padres mandaban y por cambio de barrio me fui a un barrio, cuando en aquellos años la distancia de tres kilómetros eran un mundo.

Recuerdo su intermediación como un recuerdo absurdo, porque yo no entendía bien que él deseara algo distinto a mi madre.

Don Julio, del que nunca pude saber su apellido, era una maravilla de persona, un profesor que amaba su profesión y adoraba a los alumnos. Yo creo que incluso hasta a los malos chicos les tenía un cariño especial. En aquel 1966 nos impartía técnicas de estudio increíbles, para alumnos de 10 años.

Mesas redondas sobre temas que él planteaba para que todos interviniéramos en debates, concursos en donde nosotros mismos preparábamos las preguntas a los otros alumnos, dibujo libre.


Cuando caí en manos del otro profesor creí volver a las mazmorras, menos mal que yo era alto y me respetaba por ello, o tal vez porque en aquellos años no era malo ni tonto.

Pero de mis buenos golpes de regla en la mano no me libré en cantidad superior a mis aguantes. De las tortas a mano abierta o de los estirones de oreja hasta torcer el cuello, nunca tuve la mala suerte de recibir. Cuando veo el antiguo edificio en el que pude terminar mis estudios (o no) entre los 10 y los 14 años, me entra un poquito de pena.

Si alguien sabe como se llamaba de apellido aquel D. Julio, que me lo diga, por favor.