23.12.12

No es obligatorio celebrar la Navidad, tú decides

Estamos en Navidad, lo has notado aunque no quieras, tiempos de felicidad o de infelicidad. No hay términos medios. Creemos que hay que cumplir bien con todos, con la familia, con los compañeros y amigos, con los vecinos, con una misma. Bueno, a veces si, a veces no.

Si en estas fechas tienes más melancolía, más estrés o depresión, más angustia o ansiedad, no te preocupes, es lo normal. A veces nos falta alguien muy querido, otras veces no tenemos el dinero suficiente para poder disfrutar como queremos unos días marcados en el calendario, otros años son los problemas los que nos aturden pues en estos días también atacan, a veces la salud se empeña en jorobarnos unas fechas que consideramos buenas.
No es posible ser feliz por obligación, por que lo indique el calendario. No se ha inventado todavía la medicina para ser feliz cuando nos de la real gana. Es duro asumir que otros si lo son, pero debemos asimilarlo para no ser más complicado soportar estas fechas.
Para ser feliz no dependemos de grandes alegrías, de inmensos objetivos cumplidos. Debemos aprovechar de los pequeños éxitos, de las cosas pequeñas que nos pueden hacer felices. Todo depende de nosotros mismos, de que sepamos enfocar las respuestas de una manera o de otra.
Se puede cenar una langosta fresca recién capturada en Galicia. Pero también se puede comer en Navidad un cocido como los que hacía nuestra abuela y en su recuerdo. Los dos son satisfacciones y los precios muy distintos.
Si no puedes regalar una máquina nueva de jugar con pantalla, regala una poesía o un libro. Si te falta alguien importante, hazle un pequeño homenaje. Si estás discutido con parte de la familia negocia una paz momentánea que puede convertirse en duradera. Es igual lo que pierdas en el intento, ganarás felicidad.
Y recuerda que NO ES OBLIGATORIO celebrar la Navidad.

21.12.12

Ser político es un adjetivo negativo y me fastidia


Ayer como POLÍTICO tuve una entrega de premios. Es decir, yo era de los que los entregaban. Y uno de los agraciados era un matrimonio con 40 años de lucha sindical, social, política y de derechos para los más débiles. 

Se los merecían de largo. 

En sus palabras de agradecimiento hizo el hombre un alegato a la participación de las personas en organizaciones sociales, solicitaba que se participara más, que las personas se implicaran ante los problemas más cercanos, más de barrio, de ciudad. 

Perfecto. 

Pero al final añadió unas líneas terribles (para mi). Dijo claramente —él, que viene del mundo político—, que no debemos participar en organizaciones políticas, que aunque allí estábamos ocho políticos firmes y de pie escuchando sus palabras, no éramos el ejemplo a seguir para lograr que la sociedad viva mejor, con más justicia, con más calidad social. Que hay que participar en organizaciones sociales, pero no en las políticas. 

Jodo. 

Es una persona curtida con sus casi 80 años de edad, suficientes décadas desde organizaciones sociales de izquierda, con trabajo incluso en organizaciones religiosas progresistas (existieron y algunas todavía existen). Era un hombre cabal y sabía lo que decía y lo que quería decir. Creo. 

Como es lógico aguantamos estoicamente los políticos del PSOE, del PP y de CHA que allí estábamos escuchando. Cada uno lo escucharíamos con distinto grado de dolor, de rabia, de pena. Pero no nos pudo pasar desapercibido el mensaje. 

Lo estamos haciendo mal, lo sabemos, creo que nos importa menos de lo que debería, también creo que la sociedad es muy injusta en sus apreciaciones y metiendo a todos en el mismo saco de la estulticia y el latrocinio. Pero la mujer del Cesar también tiene que parecerlo. 

Intentar uno a uno, convencer de lo contrario, es tarea imposible. Casi es mejor que los políticos desapareciéramos unos meses, unos años tal vez, yo qué sé. Y ver qué pasa. Se pondrían muy contentos los que escondidos alientan estos climas.

Me siento agotado ante estas críticas no merecidas. Creo que me están ganando. Y no me importan las críticas, en absoluto, me importa no ser capaz de convencer a los “otros” que están equivocados, aunque sea ligeramente equivocados. Si, se puede vivir sin políticos, ya hace unas décadas en España se vivía sin políticos. Ahora en algunos países se vive sin políticos.