19.12.12

Consumir menos y mejor es ahorrar con poco esfuerzo

Estamos en tiempos en los que ya deberíamos haber aprendido a controlar los gastos no necesarios, y debemos pensar que lo que más vale de todo lo que tenemos…, es nuestro cuerpo y nuestra mente. 

No es posible comprar otro, tirarlo y recambiarlo, hacerle cambios en profundidad. La higiene, el cuidado dental, controlar el estrés, saber qué debemos comer y qué no controlando los excesos…, logrará que la salud dure más, que la propiedad más cara que tenemos dure más y que nos cueste menos tener que “arreglarla”.

Pero esto mismo sirve para la lavadora, el coche, el secador de pelo, el teléfono móvil, el ordenador o la cámara fotográfica. 

Todo está preparado para el consumo rápido, para el recambio sin haberse roto, para ir recambiando sin sacarle todo el tiempo de uso posible. Los fabricantes quieren que tires a la basura algo que todavía funciona. No quieren que repares nada. 

Si un elemento del hogar, un vestido, un mueble o un pequeño electrodoméstico logras alargar su vida útil un periodo de un 50% más del habitual, estás ahorrando mucho en tus cuentas del medio plazo. 

La ropa puede durar mucho más de lo que realmente la usamos por estadística. La tiramos en muy buenas calidades, simplemente por moda o por que nos aburre. Pero está bien para seguir usándola. 

Alargar la vida de un coche es muy sencillo, hoy aguantan con facilidad 200.000 o 300.000 kilómetros con arreglos pequeños, pero lo intentamos cambiar antes de los 100.000. 

Un teléfono móvil no hay que cambiarlo cuando la batería dura 5 días en vez de 8 sin tenerla que cargar.

Simplemente tomando las decisiones más correctas se puede ahorra mucho, pero incluso si decidimos saltarnos estas normas de ahorro es bueno que conozcamos que son posibles, que son muy útiles.

La izquierda necesita líderes. Luego vendrán los programas - 2012


Como la sociedad española está adormecida, toca tiempos de populismo, confusión, manipulación en el uso de los marcos mentales, habilidades políticas de unos y otros para intentar engañar con las palabras, eufemismos, mentiras disfrazadas.

Y funciona, vaya que si funciona. Y les funciona más bien, para dejarlo claro. Hay que quiere que esto sea así.

La derecha está funcionando muy bien en comunicación a costa de unos buenos batallones de comunicadores reciclados, de simpáticos asesorados, de hojas de todos los lunes trasmitiendo claro de qué hay que hablar y escribir. 

La izquierda está apagada y fuera de cobertura, sin rumbo, sin saber defenderse, sin querer emplear ninguna herramienta eficaz de comunicación hacia la sociedad. 

Creemos que la sociedad no quiere escuchar, que huye de todo tipo de pesadez política, de insistencias. Pero los medios de derechas insisten y calan, se multiplican y crecen, aprenden y sonríen. Es como si a ellos no les importara si su mensaje cala mucho o poco, simplemente lo hacen y sonríen. 

Curiosamente a la derecha, por poner un ejemplo simple, le importa muy poco si la idea general es la de que todos los políticos roban o son unos jetas; en su marco mental sabe que esto le importa mucho menos al votante de derechas que al de izquierdas. Que defenestrar a todos los políticos le va bien incluso. Jodo. 

Así que insisten en el barro. 

No quieren defender la figura de lo público pues su marca mental está configurado sobre la base de que contra menos público, mejor. 

Y la izquierda sigue pensando que somos inmaculados y no debemos entrar en estas técnicas pues no es elegante. 

Cierto, no es muy elegante, eso es cierto. Como lo es que los tiempos son los que son, y que si el contrario pone zancadillas y los árbitros no sacan tarjetas, hay que poner zancadillas o te dejarán cojo. 

Nada resulta más simpático que observar a contertulios de derechas que elevan el tono hasta la agresividad verbal para terminar con una sonrisa amplia y alegre de paz. 

Es decir: primero mando el mensaje con contundencia y seguridad brutal y luego lo disfrazo al final (que es lo que queda) con mi simpatía y mi gesto de pacificador. 

Me cago en tu padre, pero luego te digo que era una simpática persona. 

Hay millones de personas de izquierdas desafectadas, millones de ciudadanos sin líder a quien creer, de quien reírse, de quien copiar sus mensajes. Pero mientras tanto seguimos apagados. En fin. 

Nos hemos creído que con tener buenos propósitos, excelentes ideas, correctos programas de gobierno, basta para convencer. Pues no, en estos siglos ya no.

Ajovín