1.12.12

Nicolas Berggruen habla sobre la participación social de los más sabios

Hablando en anteriores entradas de este blog sobre la participación ciudadana en asuntos públicos, de la comunicación entre la política y la sociedad, me encontré con estas frases de Nicolas Berggruen (51 años) que añado más abajo, un filántropo americano y alemán aunque nacido en Francia y Presidente de una fundación con su mismo nombre, que estudia los mecanismos de gobernanza en el mundo, y que me ha llamado la atención. 

Son opiniones de un neoliberal americano y millonario aunque dedique su tiempo a buscar una ordenanza mejor que busca perpetuar en el poder el actual sistema capitalista; pero recordemos que de momento no somos capaces de diseñar otro mejor o simplemente distinto. Que sean opiniones de un americano millonario no las descalifica de entrada, pero su visión de la gobernación debe ser observada desde el lugar de origen social de sus palabras.

Sus opiniones vuelven sobre los orígenes de la política griega (antigua), sobre el peso social “de unos pocos” aunque sabios, sobre “los todos” simplemente para que las respuestas sean más medidas, más eficaces, tal vez incluso mejores. Si somos capaces de encontrar la medida de estas ideas para que nos sirven en el siglo XXI habremos resuelto el problema de la participación útil. Y la medida está en saber CUANTOS ciudadanos debes ser esos pocos o esos muchos. El tamaño aquí SI que importa. Pocos no sirve. Todos tampoco. Muchos es la medida pero ¿cuántos son muchos para que la participación sea eficaz y posible de asimilar? Ni podemos terminar en simples aunque masivas encuestas vacías de razones; ni en consejos de sabios cerrados en los que los pocos elegidos se levanten en representación de todos. 

Os dejo algunas palabras de Nicolas Berggruen.

“Las nuevas tecnologías dan voz y acceso a todos, y eso es algo extraordinariamente bueno para los ciudadanos pero, simultáneamente, si la voz de todos cuenta igual, al final se requiere un sistema de filtros, siempre que sean legítimos. En nombre de la democracia puedes decir que nadie es superior a otros, eso es verdad moralmente como seres humanos, pero en términos de conocimiento, de experiencia, de darle a alguien la autoridad en un campo específico, tienes que contar con instituciones sabias que trabajen a largo plazo”.
“Esos filtros son hoy más importantes que nunca. En Occidente, los filtros se han destruido por la dinámica del mercado y lo que solían ser legítimos instrumentos de poder están perdiéndolo y no están siendo reemplazados. Para navegar en un mundo que cada vez es más complejo, Occidente necesita personas capacitadas para ser lideres y reforzar sus instituciones”.
Y nos habla de: “La supervivencia de los más sabios”.
“Debido a que vivimos esta revolución global y tecnológica con retos como el calentamiento global o la crisis financiera actual, hay más incentivos para cooperar que para competir. Cuando hablamos de la supervivencia de los más sabios nos referimos por contraste al concepto de evolución darwiniana, es decir, a la supervivencia de los más aptos. El más sabio es quien facilita la cooperación entre diferentes sociedades en oposición a una competencia eterna entre los diferentes grupos o naciones”.

Mejorar la participación con más y mejor comunicación

Hablaba ayer (ver aquí) de la participación ciudadana en la vida púbica a través de mecanismos que hay que rediseñar y hoy voy a continuar en esta línea por su amplitud de facetas.

El político asentado NO desea la participación real, aunque diga lo contrario fuerte y claro. Es un error para el sistema, pero los miedos en abrir puertas nuevas pueden más. La participación debe ser en dos direcciones, y tal vez esto es lo que más reparos suscita entre los que tienen que tomar decisiones al respecto. No sirve de nada propiciar que los ciudadanos puedan opinar, intervenir o censurar, si no hay una respuesta desde el otro lado.
Como es también importante el explicar de entrada, que la mayoría de la veces esa respuesta NO contentará al ciudadano, pues lo que se espera son soluciones particulares, cuando el gestor está para soluciones generales.
Pero hay que sentar de entrada esas bases mínimas de interacción. Hay que decirle a la sociedad que vamos a escuchar; a cambio nos comprometemos a informar más y mejor, y además (es posible, pero no seguro) que parte de los que me entregues o solicites lo pueda resolver o encauzar. Responder es tan importante como resolver, en los inicios de estos procesos de participación.
Hay que comprometerse más a recibir la lluvia fina de la sociedad y a explicar por qué se toman las decisiones que se toman. Muchas veces no gustarán las decisiones, esto hay que asumirlo por todas la partes, pero como mínimo hay que explicarlo muy bien, no para convencer, sino para que cada parte de la sociedad sepamos los motivos reales.
Credibilidad. Efectivamente es fundamental la credibilidad. Si en una explicación se trasmite mal y solo se traslada la idea de que se está intentando convencer al que escucha, la estamos pifiando. Informar no es convencer. Son dos acciones diferentes. Informar es decir la verdad. Y seamos sinceros, tampoco hay que decir TODA la verdad, pues a veces es imposible y poco inteligente trasmitir todos los rincones de las fontanerías, pero sí decir la verdad y si es necesario advertir que seguiremos informando para hacer crecer esa verdad.
Ayer los jubilados de España asumieron que no subirán sus pensiones con arreglo al IPC. ¿Quién lo ha trasmitido, informando de los motivos? Nos convierten en súbditos obedientes, es decir en esclavos del sistema aunque con televisión a color, y encima desean que estemos contentos y agradecidos. Hay varias maneras distintas para explicar estas decisiones y en España los políticos no saben ni leer libros sobre el tema. O les da un miedo atroz enfrentarse a sus ciudadanos aunque sea a través de una pantalla de televisión. ¿Ustedes se imagina una medida de este tipo, tomada en Francia o en EEUU y sin que el Presidente aparezca en máxima audiencia explicando los motivos? Tal vez es que allí hay República y Presidente y aquí hay lo que hay.