Lo que percibe la sociedad sobre el PSOE es desmoralizador para los socialistas. La sociedad no los ven como socialistas, tampoco como conservadores, no como intelectuales, no encuentran en su seno líderes políticos nuevos, pero tampoco creen en ninguno de etapas anteriores.
No saben los ciudadanos si el PSOE es centralista, autonómico, federalista, apoya la autodeterminación o es partidario de restar poder a las autonomías. Las contradicciones son claras, las explicaciones sin concretar y existen diferente opiniones dentro de su partido entre líderes muy conocidos y con gran capacidad de llegar con su mensaje.
Los ven apagados, grises, bajando sin freno en sus expectativas, sin conectar con la sociedad crítica por los recortes, sin ser oposición creíble y respetada, sin logran intuir qué opinan sobre la actual situación económica y su parte de responsabilidad sobre ella.