17.9.12

Hoy me he enamorado de la palabra "Puchero"

Me gusta la palabra “puchero”, me retrotrae a tiempos de niño, a pueblo, a cocina de leña, de fuego abierto junto al fogón o la cadiera. Me gusta sobre todo el puchero cuando se refiere al recipiente, a la olla negra incluso, al puchero de barro con fondo negro de aguantar el calor de leña o de carbón, con diminutas asas y gorda tripa.
Es cierto que también se llama cocina de puchero, a la cocina de cuchara, a los platos que se hacen dentro del puchero. Un similar a lo que sucede con la paella. Los cocidos, los guisos de mucho fuego despacito, de horas de trabajo moviendo y añadiendo poco a poco, es de lujo perdido. Y es también cierto según comentan que puchero viene del latín “puche” que debe ser cocer con harina, presuntamente para espesar los caldos.
No es posible escribir una receta de puchero auténtico, cada cocinera (y no cada cocinero) tenía su momento de fuego y de cariño. Ahora lo subo, ahora le bajo la fuerza, luego añado las carnes, antes o después estas verduras y no las otras, luego las especies, la sal, algo de agua, revuelvo, un poco más de sal, algo de acelga o de arroz, y sobre todo mucho amor.
Queda para el final el protagonista de la palabra “puchero”, la que ha tenido razón de que hoy hable de ella aquí. Los movimientos de cara que hace un niño cuando quiere llorar pero todavía no se atreve. Los célebres pucheros que me han recordado al puchero de cocina.

Dimite Esperanza Aguirre ¿Sabemos los motivos?

Llegado el otoño no hay lunes fáciles y hoy para no olvidarnos de esto nos avisa Esperanza Aguirre que dimite y abandona la política de primera línea, ella que hasta hace un par de días señalaba con el dedo de su frescura y osadía aquello que no era capaz de compartir con su ideario político popular, rancio y seco, de siglos pasados y nada capaz al entendimiento, al diálogo con los que pensaban diferente a ella.
Algo muy serio ha tenido que sufrir Esperanza Aguirre esta última semana para tomar una decisión así de rotunda. Y se me ocurren dos puntos clave, ambos totalmente diferentes, que le hayan llevado a dar la sorpresa del lunes. Aunque ambos casi totalmente desmienten su palabra de que dimite por motivos personales, para poderse relacionar más con sus allegados.
Que la salud le haya vuelto a dar un disgusto.
Que la bronca o el desplante de Mariano Rajoy ante algunas de sus aseveraciones, le hayan sobrado el vaso de su paciencia llena de bilis.
Madrid pierde un emblema, el resto de los españoles estamos divididos entre los que creen que Esperanza era una política esperanzadora y los que siempre hemos creído que era una política peligrosa sin freno en la lengua, algo que es complicado de asumir cuando se tiene poder.
Una vez que se ha destapado totalmente Gallardón (aunque si conocíamos su juventud no nos engaño casi nunca) y que Esperanza haya dejado claro lo qué pensaba desde siempre sin disimular, debemos asumir que la política madrileña tan compleja de entender desde el centro y la izquierda ajena a Madrid por distancia.