3.9.12

Frase de Konosúke Matsushita. Fundador de Panasonic.

“Los occidentales dirigen a personas sin comprenderlas, sin motivarlas para que se sientan parte de la empresa en la que trabajan y den el máximo. Por eso los orientales vamos a ganar y los occidentales a perder”
Konosúke Matsushita. Fundador de Panasonic. Konosúke tuvo que abandonar su hogar para mudarse a Osaka a trabajar como aprendiz en una fábrica de bicicletas. A los 15 años, empezó a trabajar en la Osaka Electric Light Company como asistente de cableado. A los 22 años llegó a inspector, la máxima posición a la que podía aspirar un técnico. En 1919, con 25 años, estableció una pequeña compañía con tres empleados, dedicada a la venta de enchufes eléctricos, que llegó a convertirse en un gigante de los electrodomésticos y la electrónica. Con apenas 50 dólares que le había prestado su cuñado, fundó "Matsushita Electric Devices Manufacturing Works", dedicada a la manufactura de accesorios eléctricos.

Su primer éxito llegó de la mano de las lámparas para bicicletas, que Konosuke empezó a distribuir en todo Japón. El negocio floreció y la empresa fue incorporando nuevos productos como radios y planchas eléctricas. En 1922, Matsushita inauguró la nueva fábrica de su creciente firma, Panasonic.
Matsushita estableció una escuela para las nuevas generaciones de políticos y líderes empresariales, promocionó la cultura y la paz, y su forma y filosofía de hacer negocios marcaron para siempre la industria japonesa.

La auténtica historia del “Santísimo Cristo de la Cepa” de Valladolid

Dicen las historias, que allá por los tiempos en los que los judíos invadieron España, vivía en Toledo un judío que gustaba de mofarse de los cristianos y no se creía que Jesucristo fuera realmente el verdadero Mesías y que hubiera muerto en la cruz.
Mientras podaba una de sus extensas viñas, le llamó la atención un objeto extraño que apareció sobre una de sus cepas y al acercarse vio que era un crucifijo. Al verlo, cayó de repente de rodillas, y anonadado tomó en sus manos la efigie y la besó inundándola de lagrimas y convirtiéndose al cristianismo en ese instante; y cuentan que fue tal su fama milagrosa, que el propio Cardenal Arzobispo de Toledo, D. Sancho Rojas, le dio el bautismo al judío convertido.
Este Cardenal fue trasladado a Valladolid donde fundó el monasterio de San Benito el Real y en donde entregó el milagrosos crucifijo (se lo había llevado de recuerdo) del que os dejo la imagen real, y que a partir de ese momento le llamó “Santísimo Cristo de la Cepa”.
En el siglo XVIII fue sacado el crucifijo varias veces en rogativas por Valladolid para salvar a la ciudad de sequías pertinentes o impertinentes, inundaciones o para salvar cosechas ante veranos muy secos. En el año 1835 se trasladó hasta la Catedral, como uno de los mayores tesoros de la piedad vallisoletana.
Como es lógico suponer y respetar, la FÉ está para eso, para emplearla o no emplearla; y como uno mismo que ha vivido junto al mar o en tierras de Soria, ha visto raíces parecidas en ambas zonas geográficas, y nunca he supuesto que se me estaba apareciendo ni Cristo ni santo conocido, tengo mis dudas, con el respeto correspondiente que deben tener todos los que crean que realmente es un Cristo aparecido. Pero a la vez me supone simpatía la obra que se conserva en la Catedral de Valladolid dentro de una urna de cristal, con su explicación correspondiente que más o menos os he trascrito. Que cada una o uno rece o llore, piense u opine. Repito, es la FÉ.