31.8.12

Hay que planificar el nuevo año laboral y vital

Está acabando el verano, está acabando el año laboral y vital para empezar en un septiembre nuevo lo que suele ser el año nuevo mental y vital, con un otoño que a veces nos deja sentados esperando la nada. Ya hemos recogida la cosecha del año anterior y ahora se trata de planificar qué vamos a sembrar en nuestra vida para la próxima cosecha vital.
Debemos empezar a planificar el nuevo año de vida y es bueno apuntarse en una libreta qué queremos para este nuevo periodo, qué necesitamos, qué aspiramos a modificar o a cambiar para tener una vida nueva y mejor.
No sirven para nada las pretensiones imposibles, los deseos que no deseemos luchar con fuerza para conseguirlos. Debemos ser sinceros con nosotros mismos para serlo con los demás. No nos engañemos, pero intentemos avanzar, modificar lo que no nos gusta.
Hagamos un recorrido mental por el año ya acabado con el verano, decidamos qué podemos hacer y hacia donde nos debemos dirigir. Insisto, apuntemos en una libreta personal qué deseamos hacer para este nuevo año que empieza en septiembre. Y con calma, tomemos apuntes de nuestras posibilidades reales en alcanzar objetivos, apuntemos nuestras fortalezas y las debilidades que creemos tener, para no poder lograr lo que pretendemos.
El año vital no comienza —como sucede con el Año Nuevo— en un segundo que caen unas bolas o suena una campaña, en este cambio de septiembre tenemos varios días para planificar, estudiar, analizar y apuntar lo que deseamos hacer con este nuevo periodo. No lo dejes, si quieres cambiar tu vida.

Conversaciones políticas de señoras tristes 2.0

SE AVISA. EL TEXTO QUE VIENE A CONTINUACIÓN ES DEL AÑO 2012. Llevo dos señoras detrás del asiento del autobús que me trae de Soria, ambas son de Zaragoza y hablan muy fuerte como queriendo que todos escuchemos su pelea de la sabana castellana. Una de ella lleva intentando desde hace más de una hora, convencer a la otra que se defiende como antílope ante león, de que el tranvía en Zaragoza es una mierda (remarca la palabra para no dejar dudas) y que en el Ayuntamiento hacen lo que quieren, "no sé decirte por qué motivos raros", le insiste con mala baba en el tonillo.

Os aseguro como peleador en todo tipo de discusiones, que son mentiras repetidas por la de las garras afiladas, hasta que el antílope le dice como queriendo pedir perdón, que ella cree que no, que el barrio tal tiene la línea vientital y está bien servido, o que el otro barrio ha quedado muy bien con las obras.

Pero la leona insiste con saña para convencerla de que dejarse caer entre sus garras de opinión es lo mejor, pues el Ayuntamiento es malísimo. 

—Espera, espera, ya verás tú —le dice— cuando acaben las obras será mucho peor. E insiste, —¡Vete a saber tú por qué se han empeñado en hacer el tranvía!

Con lo fácil que es criticar en este asunto sin tener que inventarse mentiras ni meter en el mismo capazo a todos. Con lo sencillo que es opinar y razonar sin tener que mentir para parecer que tienes más razones. Si todos somos malos: ¿quien queda?, ¿ella y sus circunstancias?

—¡Ya te lo digo —le insiste la leona a la gacela— unos van a favor de unos y otros de otros, pero todos se creen que somos una panda de idiotas que no nos damos cuenta de nada¡ Vete a saber por qué han hecho el tranvía ahora. En fin, las obras comenzaron hace tanto que ya me he olvidado.

Yo, este que escribe mientras escucha, aguanta como señor serio que de vez en cuando tose estrepitosamente para desahogarse, pues de autobuses, transporte urbano y tranvía SI que entiendo y me jode que se hable así de todos, repito, de todos, solo para estar a la moda de "todos los políticos son ladrones y unos hijos de madre".

Mi santa que es muy buena, tiende a sujetarme cuando toso para joder, sabiendo que como me sigan apretando las ideas, la leona me dará la puntilla en mi silencio y con tal malas artes, que aunque no debería escuchar me llegan de rebote al oído pero me hacen daño, y saltaré como cazador ilegal. 

Pero no debo, mi cargo me impide mirar a los ojos de la señora leona, mi inteligencia me impide presentarme y llevármela a cenar para explicarles cuatro errores, más que nada por la edad de la leona y de la gacela, ambas tan adultas como yo. Mi seriedad me impide decirle a la leona que la estoy escuchando y explicarle que queda muy mal mentir, pues no es lo mismo opinar que intentar convencer cuando faltan los argumentos con trampas de medio pelo que cantan mucho.

He tenido suerte, la discusión ha derivado hacia otros derroteros no municipales. ¡Uff!, me he librado de vomitar. Ahora me vuelvo para verlas como quien tiene tanta jeta como ellas y observo que la leona está en los huesos de tanta mala leche comprimida. No hay donde chupar. Me olvido de ella.