4.8.12

Mi colega popular se asombró de lo conservador que soy

Ayer un conocido de mis colaboraciones políticas de barrio, otro pringado como yo pero del Partido Popular, me decía que en mis blog no siempre hablaba de política y que además se me podía leer, que no insultaba, que no era como otros, que no era destrozador del momento. Beuno, como yo hay muchos pero se nos nota menos pues no gritamos, le dije.

Efectivamente mi primer impulso fue darme cuenta de lo mal que estaba haciendo mi trabajo de bloguero tonto, de que no estaba cumpliendo con las expectativas, que me estaba convirtiendo en un viejo conformista. 

Pero después me di cuenta que igual era que no, que tal vez lo que se debe hacer es ser menos duro con la suma de todas las ideas, más dialogante, más posibilista, más empatizador. Jodo con las palabricas y con sus significados. 

No todas las personas —y esto hay que dejarlo muy claro—, son como la organizaciones que las arropan. Esto es complicado de hacerlo entender, pero es así. Yo no pasaría una selección de personal rigurosa en mi partido ni tampoco la pasaría el colega del PP. A mi me echarían por conservador y al del PP por socialdemócrata. Es lo que tiene la política, que su lujo es la pluralidad aunque no sepamos nunca explicarla, pero esa es nuestra culpa. O la de nuestros dirigentes. Y no, ni yo me iría nunca al PP ni mi colega se pasaría nunca a mi partido, creemos por encima de todo en las ideas globales, aunque haya matices discrepantes. 

Darse cuenta de las particularidades de cada uno, defenderlas pero a la vez tener disciplina de partido, no cejar en plantear tus propias ideas aunque parezcan desentonar en la organización, insistir hasta caer derrotado es lo que más riqueza puede plantear ahora. Vamos a tener que cambiar la política, nos lo están pidiendo a gritos la gente de la calle que nos odia. Así que o aprendemos a cambiar todos nuestra manera de entender la política y el servicio a la sociedad, a nos encorrerán a gorrazos y uno a ciertas edades ya no está para correr mucho.

No respetan desde Europa a nuestro Presidente ¿qué hacemos?

La comunicación no es el fuerte del Partido Popular en esta legislatura de Mariano, qué le vamos hacer. Da más temor cuando sale a dar la cara que cuando se esconde, pues los errores son continuos y no los vamos a enumerar. Pero en serio, salir para no decir nada, para darle vueltas a lo mismo, para no sorprender, es malo, es negativo.
Hay que salir para tranquilizar, para hacer pedagogía o para sorprender con las medidas. Pero nunca para hacer fintas con las respuestas, para tratarnos como a niños, para no responder cuando la preguntas aprietan. Y menos para dejar en el olvido lo que a los 45 minutos hay que decir deprisa y corriendo, como los 102.000 millones de recortes añadidos para 2013 y 2014. Mal; pero no te preocupes mucho Mariano, ya nos vamos acostumbrando.
Suenan técnicos para sustituir a Mariano, suena Pizarro por poner sobre la mesa uno que no está muy quemado. Hay más. Suenan políticos populares, con el inimaginable Aznar a la cabeza. Digo inimaginable por ser un político áspero y duro, que nadie sabría bien hacia donde llegaría a tirar del carro. Pero al menos reconozcámosle capacidad para gobernar aunque no nos guste ni un pelo.
Estamos en guerra, económica pero guerra. Y para las guerras se necesitan líderes con capacidad y cintura. Capacidad para romper la mesa de un puñetazo y cintura para a la vez de romper la mesa,  sonreír y convencer de que no hemos hecho casi ruido. Un líder es quien tiene detrás a una sociedad. Lo de menos incluso es si tiene razón o razones. Si resulta creíble a su sociedad, si le apoyan todos (o muchos más que ahora) y si produce tranquilidad mezclada con temor, se es líder.
Pero si se toman al dirigente como chirigota por parte de los enemigos de los mercados, si se demuestra que eres una buena persona pero poco más, si no sabes cagarte en todo lo que se menea sin despeinarte, si no eres capaz de formar a tu alrededor un nutrido grupo de coroneles, no eres líder aunque sean una buenísima persona. Tú mismo, Mariano.