3.4.12

Qué hacemos, qué opinamos sobre los deberes escolares?

Desde el año 1956 están prohibido por ley los deberes escolares para niños entre 6 y 11 años en España o en Francia, pero la realidad es otra por muy diversos motivos. No hay una clara norma pero tampoco hay una idea educativa consensuada y admitida por todos los profesores sobre los deberes que los alumnos deben hacer en casa para reforzar sus estudios.

Los que tenemos hijos en edad escolar sabemos que crean tensiones en las familias, pues ni los alumnos e hijos los admiten con facilidad ni los padres muchas veces tiene tiempo para estar pendientes de ellos, ni a veces tiene un fondo cultural y formativo suficiente para que se puedan resolver las dudas y sirvan para reforzar el proceso educativo.

Es cierto que los deberes son de muy variada forma, desde lecturas a ejercicios de refuerzo, desde análisis a redacciones, desde trabajas manuales a ensayos o análisis más completos. Cada trabajo requeriría una opinión diferente. Leer un libro es imprescindible hacerlo fuera del horario escolar. Practicar en escritura o en investigación básica sobre un asunto determinado debe reforzarse en horas fuera de las escasas que tienen los niños dentro de la escuela. Los alumnos deben asumir que hay que esforzarse, que trabajar mejora los resultados, que gran parte de sus éxitos dependen de su propio trabajo.

¿Pero es normal el abuso en deberes? ¿es normal incluso la descoordinación entre profesores que convierten algunas fechas en auténticos castigos para toda la familia? ¿sirven de algo los deberes que al final y por falta de tiempo o de mala planificación, son realizados con la ayuda directa de los padres?

Pero prohibir los deberes tiene una doble lectura. Es imposible prohibir las recomendaciones y se dará el caso en muchas escuelas concertadas o privadas, que en caso de prohibición, se seguirá solicitando el ejercicio en casa de refuerzos que lograrán una diferenciación mayor entre alumnos, entre escuelas.

Tenemos que asumir que la escuela pública tiene por delante unos años malos, por una economía en declive en España. O somos capaces de insuflar más esfuerzo a todos los alumnos y padres, para que apoyen e intenten complementar la formación que no se recibe en las escuelas o se volverá a resentir los resultados finales. Efectivamente tienen razón los que aducen que esto creará desigualdades pues muchas familias no podrán ayudar en la misma cantidad y calidad que otras familias. Pero no hacerlo es igualar por abajo, mientras que tal vez lo que hay que buscar son formulas complementarias que igualen por arriba, buscando la excelencia con más formación y aprovechando el tiempo que dedicamos a ella, en asignaturas realmente modernas y más eficaces que tengan sentido y substancia. Potenciar matemáticas, sociales, lengua o ciencias es MÁS moderno y útil que algunas modas que han demostrado no servir para la vida de adulto, si se aprenden con muy pocos años de edad. Sobre todo si se dedican para ello horas lectivas de la escuela.

Participación ciudadana y comunicación política. Dos asignaturas pendientes

Hablaba ayer sobre comunicación política y sobre el futuro de los medios de comunicación tradicionales en comparación con los medios actuales, con sus ventajas e inconvenientes, hablaba de la diferencia entre lectores, clientes, sociedades, según unas avanzan o van buscando diferentes elementos que les sirvan para ser mejores. Y no encontraba camino abierto, luz que nos sirviera para encontrar la salida. Hay problemas, pero no parecemos darle importancia a la pedagogía necesaria para que crezca la participación de la sociedad. Que era precisamente el otro asunto final. Como lograr que aumente la participación ciudadana en todos los asuntos sociales o políticos que nos afectan a todos.

Escuece la participación sobre todo por entenderla mal, por desear en el fondo poder controlarla, domesticarla, que no se apodere de lo que realmente desean parte de las organizaciones políticas o sociales, que es contar con las personas como excusas para afianzar sus ideas y decisiones. 

No es fácil en política lograr abrirse paso efectivo en la participación, no lo es tampoco aumentar la calidad de la comunicación política, pero curiosamente todas las organizaciones alardean al menos de intentarlo y muy pocas reconocen de puertas afuera que no saben conseguirlo. Incluso no saben o no quieren poner en valor los intentos necesarios para avanzar.

Curiosamente es un trabajo pendiente desde la izquierda, sobre todo porque la derecha no lo necesita con la misma potencia y todo hay que decirlo, porque tiene más dinero para subcontratar sus intentos con los mejores profesionales.

La izquierda comete el gran error de creer que no lo necesita o incluso que es bastardo emplear herramientas de comunicación para llegar a su sociedad, pues piensa erróneamente que con decir SU verdad ya tiene que ser suficiente para ser escuchada y entendida. Se nos olvida que la comunicación buena es muy necesaria y que para que sea eficaz se necesita al menos una cierta dedicación, una profesionalidad y el uso de mecanismos estudiados, cuando no copiados si no se dispone de economías suficientes para contratar a los mejores. Mientras a la izquierda le de vergüenza por aprender a defender sus ideas desde los mismos sistemas que emplean los conservadores, estaremos en inferioridad de oportunidades para trasmitir. Si queremos meter goles tenemos que aprender a usar pelotas redondas y botas con tacos que se agarren a la hierba.