12.9.11

No invertir en educación es de imbéciles iletrados

Ahora está de moda en España una nueva decisión pública absurda. Suprimir puestos de profesores interinos, cabrear a los profesores de la enseñanza, minusvalorar su trabajo, criticar las horas que se dedican a la enseñanza presencial.
¿Estamos en crisis mental o es simplemente económica? Queremos confundir a la sociedad llamando gasto a lo que es inversión educativa y además sonreimos para convencer.
Nos llevamos décadas quejando de la calidad de la enseñanza, tanto pública como concertada pues todas caminas por la misma senda de color gris apagado. Y ahora hemos decidido desde algunas responsabilidades públicas, actuar jodiendo a los profesores en lo poco que les quedaba, la moral. ¿Cuántos gramos pesa la inteligencia de esta medida idiota?
En el fondo sin duda, existe la idea de acabar con la escuela pública, primero afectando en su calidad de enseñanza. ¿Pero de donde se han sacado algunos que la enseñanza concertada es de mejor calidad? En las Universidades no se nota para nada los alumnos públicos de los concertados, tampoco en los institutos públicos de bachiller. Incluso se podría decir que las prácticas de despido de alumnos conflictivos en las escuelas privadas y concertadas, deberían jugar mucho más a su favor estadístico y no lo hace.
Si a un grupo de personas le restas los alumnos conflictivos más los alumnos con dificultades especiales y los alumnos que llegan desde otros países con problemas de idioma o curriculares, los resultados estadísticos finales deberían ser muy distintos a los que obtienen los centros que tienen que asumir esos ilegales despidos del sistema educativo. Y en cambio no es así.
Si, es ilegal poner puertas a los alumnos que no interesan en los centros concertados. Pero siendo ilegal se hacen y se sabe que se hacen. Se sabe qué sistemas se emplean y se permiten. Vergonzoso.

11.9.11

Diez años después no hemos mejorado nada el mundo

Muchos recordamos el instante en el que —en directo en mucho casos— intuíamos como el mundo se nos volvía diferente mientras observábamos como era atacada la segunda torre del WTC de Nueva York. Dan igual las ideas políticas, dan igual los pensamientos sobre las guerras que vinieron después. Lo cierto es que en ese momento, ahora hace 10 años, comenzó el nuevo siglo con sangre, como casi siempre se escriben las líneas que perduran en la historia.
Yo estaba solo en casa, con la televisión sonando de fondo mientras intentaba disfrutar de una pequeña siesta. Me despertó el tono del presentador de Antena3, mientras informaba del accidente o ataque a la primera torre del WTC. En el acto entendí que aquello no era un accidente de un avión, que era algo más y así lo comenté enseguida con mi familia a través del teléfono. Al ver el ataque a la segunda Torre Gemela, las dudas desaparecieron totalmente.
Aquella herida sigue sin cerrar, por mucho que disimulemos todos. Incluso la actual crisis económica es fruto de los movimientos económicos de aquellas guerras, de aquellos miedos. EEUU dejó de ser inalcanzable, no tanto por el ataque del 11-S sino por la imbécil y poco inteligente capacidad de liderar el tiempo después. No fue una respuesta de alguien que se sabe el “jefe” del mundo. Debería haber sido o mucho más selectiva, contundente, rápida y leve, o mucho más potente y eficaz como ejemplo de lo que sucede cuando se ataca al “líder”, con todo lo cruel que esto significa (pero mi obligación a la hora de analizar los momentos históricos, me obliga a opinar con mi lógica, incluso sin estar en nada de acuerdo con los resultados de mi análisis).