14.8.11

¿Es posible hacer en España la reordenación de provincias y municipios decretado en Italia?

Si aplicáramos las mismas medidas que Italia ha ordenado para su territorio, con el ánimo de recortar gastos y reordenar sus provincias, nos encontraríamos que Guipuzcoa, Vizcaya, Ceuta y Melilla dejarían de ser provincias pues tienen menos de 3.000 km2 cada una. A su vez no podrían ser provincias y se tendrían que unir a otras: Ávila, Cuenca, Guadalajara, Huesca, Palencia, Segovia, Soria, Teruel y Zamora pues no llegan a los 300.000 habitantes. Complicado panorama para El País Vasco, Aragón y ambas Castillas que verían difuminados sus territorios. 

¿Es posible? ¿es recomendable?

El País Vasco quedaría integrado por una única provincia al igual que Aragón. Complejo de entender por la gran diversidad de sus territorios históricos, geográficos y sociales.
Unir Ceuta y Melilla a alguna provincia andaluza es más posible pero con presiones desde las ciudades. ¿Unimos a Ávila, Cuenca, Guadalajara y Segovia a Madrid? ¿Soria a Burgos o a Zaragoza? ¿Palencia a Valladolid y Zamora a León? Parecen estas posibilidades más lógicas de resolver que las vascas y aragonesas. O tal vez no, si van acompañadas de correcciones representativas en los sistemas electorales estatales.

Suprimir ayuntamientos de menos de 1.000 habitantes supondría una reclasificación tremenda en algunas zonas de España. Habría que suprimir 4.862 localidades que dejarían de tener Ayuntamiento propio de un total de 8.116 municipios españoles. DE ellos 1.976 serían en Castilla León, 622 en Castilla La Mancha, 617 en Aragón, 479 en Cataluña, 218 en Valencia, 201 en Extremadura, 192 en Andalucía, 187 en Navarra, 144 en La Rioja, 100 en el País Vasco, solo 49 en Madrid, 30 en Cantabria, 22 en Galicia o 16 en Asturias. Como se ve el número de municipios que se deberían reorganizar no tienen nada que ver con la población general de sus comunidades autónomas y mucho más con la despoblación histórica por la emigración y por la dispersión en territorios muy amplios lo que complica de enorme manera encontrar soluciones a todos ellos a una distancia básica que resultara cercana para entenderse y ordenar los problemas y soluciones. Pero parece que los caminos que se intentan abrir por estos derroteros.

Somalia como ejemplo de lo que sabemos hacer desde el mundo occidental

Somalia, país que forma el ahora famoso cuerno de África, con diez millones de habitantes (de los que menos de 100.000 son hombres mayores de 65 años pues la mortandad es tremenda) y con una superficie algo mayor a España, es un ejemplo más de que el siglo XXI ha llegado en algunos países mientras que en otros siguen anclada la Edad Media. 

El hambre, las enfermedades, sus 11 presidentes distintos en 10 años, convierten a Somalia en el ejemplo de un país corrupto y donde la desidia internacional ha abandonando a su suerte a media África, suerte que siempre es igual: hambre, guerras, enfermedades, muerte. Pero abandonaar a África es sobre todo abandonar a sus habitantes, a sociedades enteras, a personas que sufren, mueren y tienen la obligación vital de buscar mejores futuros.

Es una tierra rica en minerales sin explotar con climas terribles sobre todo en verano, pero en la que está penado con la muerte huir del hambre hacia otros países del entorno en busca de mejores posibilidades de vida por Al Shabab, que se considera a sí misma la rama de Al Qaeda en África oriental. Otra vez la religión controlando las vidas y las muertes. No hay trabajo, no hay cosechas, no hay industria, no hay lluvias, se exporta muy poco, hay constantes guerras que se eternizan, y la única salida posible es alistarse si tu edad te lo permite en algún ejército legal o no, para poder comer al menos. Mientras tanto el mundo occidental mira. Miramos, y nos decimos que es imposible encontrar soluciones. Nada más que eso. Como siempre, quejarnos.