4.7.11

La izquierda debe cambiar sus marcos de referencia social

Durante tres décadas el PSOE ha utilizado dos marcos de referencia para enfrentarse a los conservadores en sus planteamientos electorales. Uno: el “miedo” a que viene la derecha; y dos: la derecha es corrupta y solo busca el beneficio de los empresarios.
Estos marcos mentales se han declarado ya clausurados, caducos por una sociedad que ahora no tiene más miedo a la derecha que a la izquierda y cree entender que la corrupción es de la clase política y no de la derecha.
Ha dado igual que estas dos verdades primeras se hayan convertido en dos mentiras a medias. Lo cierto e inamovible es la percepción que de estos asuntos tiene la sociedad. Hoy la derecha no se percibe como una vuelta atrás y ella misma emplea perfectamente discursos progresistas en sus ideas para literalmente engañar con el mensaje; y además no se ha sabido explicar desde la izquierda cual es la diferencia real entre dos modelos de gestión que deberían ser bien distintos.
Confundir en España al PSOE con la única izquierda ha sido otro de los grandes errores pues ahora se encuentra el país sin alternativa progresista que sirva de referencia. El bipartidismo repartido y asumido entre ambos partidos como beneficioso para ambos y para España, se demuestra ahora que es un mal error al no contar la sociedad con alternativas.
Rubalcaba lo tiene muy mal, pues no es una persona nueva con mensaje diferente, con una credibilidad desconocida. Puede ser un buen gerente, una persona limpia, pero no es nueva, no ofrece la novedad y el peso de “su” PSOE es tan tremendo que resulta imposible despegarse. No hay que olvidar que han existido “otros” PSOE, que sin entrar ahora a valorar cuales fueron mejores o peores, si que fueron otros. Pero Rubalcaba posee la suma de los dos últimos.
La izquierda en Europa, pero más en concreto en España, debe buscar otros marcos de referencia, otras maneras de incidir en su sociedad, otras formas de comunicación y de pedagogía política, otros modos de hacer política. Y sobre todo, otra relación con la sociedad, más participativa, más trabajada, más inteligente.

3.7.11

Los políticos deben actuar con urgencia en el campo de la comunicación

Ayer estuve charlando con dos representantes típicos del momento social actual. Una joven indignada de 21 años; y un conservador mental y trabajador duro de 55 años. Ambos coincidían en parte de su mensaje verbal, a la hora de criticar a los políticos actuales.
El marco mental que la sociedad emplea en su interior, para pensar de los políticos, es en general tremendamente negativo. Solo aflojan en sus críticas cuando les planteas abiertamente que es: o los políticos o los militares; que en 3.000 años de historia social de esta humanidad no se han dado sistemas de gobierno diferentes a estas dos posibilidades. 

¿Lo harían mejor los militares que los políticos?

Tenemos los políticos que nosotros sabemos elegir. Muchas veces incluso, los que volvemos a elegir. Se nos olvida que a los políticos se les elige a la hora de votarles pero mucho antes a la hora de convertirlos desde las organizaciones políticas como líderes de la formación. Nuestra desafección nos convierte en persona que huimos (huyen) de toda participación política como implicación personal.
Sin duda somos capaces de entender mucho mejor las acciones de los políticos de derechas que la de los de izquierda, que por lo general trabajan con mucho más cuidado. Este es además el marco más preocupante para los políticos progresistas.
Los políticos tienen gran parte de responsabilidad de este empobrecimiento general de su imagen social. No han sabido explicar su labor, no saben dirigirse a sus ciudadanos, no logran comunicar bien y además no ejercen con honradez y limpieza informativa su trasparente labor. Es como si al ascender socialmente a la categoría de político con mando, se convirtieran en seres capaces de ser respetados por el simple hecho de su cargo y no por el de sus obras.
El político del siglo XXI deberá cambiar fundamentalmente su manera de ser trasparente, su forma de explicar sus actos, su gestión y sus decisiones. Debe ser partícipe junto a su sociedad de sus pasos públicos, sabiendo además que a él le corresponde la responsabilidad de tomar decisiones pero también la de saber explicarlas bien para que sean compartidas. No obligatoriamente a la hora de tomarlas, pero si a la hora de explicar su gestión constantemente.
Alguien ya apunta que a los políticos habría que renovarles su puesto de responsabilidad cada año y no cada cuatro años. Es algo a estudiar en sus pros y contras.