15.4.11

CArlos o Chacal, de Olivier Assayas

No tiene ningún sentido lógico ni de respeto al trabajo artístico, que una obra, una película en este caso, que el director concibió y dirigió y montó para cinco horas y media, se presente en las pantallas de cine con un montaje inferior a las tres horas, suprimiendo y cortando, remontando lo que es una historia larga, para adaptarla a lo que es más lógico en unas pantallas de cine comercial.
Carlos, la historia del terrorista más buscado en la década de los 80, la película que se presentó en el último Festival de Cannes, sigue siendo una película atractiva, pero ha perdido gran parte del sentido histórico, que le imprimió el director, en aras de hacerla más comercial. No es muy entendible que se hubieran buscado otras alternativas. Desde presentarla para las salas comerciales en dos películas como quien hace dos tomos diferentes y con unas semanas de desfase entre una y otra; o bien haber presentado las dos opciones, la corta de 165 minutos y la larga de 330 minutos, para que los espectadores pudieran elegir.
Olivier Assayas ha dirigido con éxito un intento muy interesante de hacer una gran obra que nos enseña una gran recopilación de la vida terrorista de Ilich Ramírez Sánchez “Carlos” o “Chacal”.

14.4.11

De malos abogados que hacen de buenos y de peores abogados que hacen de malos

Hoy me ha tocado hablar de médicos y abogados, con otro médico que hace de abogado; vaya mezcla. Y como es lógico, he salido perdiendo, faltaría más.
Los abogados lo tienes crudo para dormir tranquilos, pues les toca joder a unos y alabar las maldades de otros. Vamos que tienen que elegir entre el mal y el bien, a costa de sus estudios y sus dineros; y no lo hacen por decisiones personales sino por clientes que le entran por la puerta o por la empresa a la que debe servicios.
Puedes ser por dentro una bellísima persona y tocarte un trabajo en donde los cabrones son los que triunfan a costa de tu excelente trabajo, lo cual ya es joderse uno la vida, sobre todo si no puedes elegir y te debes a la hipoteca. O puede tocarte el trabajo de frenar a los pobres que buscan ayudas públicas, empleando todo tipo de artimañas, eso si siempre legales pues para eso la ley tiene tanta elasticidad, y al llegar a casa ir de misa diaria.
Yo conozco un abogado que parece una bellísima persona y en cambio como abogado es un cabrón malicioso. Y no se le nota. Ni en casa que es un cabrón, ni en el trabajo que es un pan bendito. Eso es ser profesional y no lo otro. Claro que al final el corazón lo debe de terminar cobrando, que estas cosas de hacer una cosa y pensar otra, salen caras a la larga. El corazón o a la hora de llegar al cielo, que es de los que creen que el cielo es algo más que eso azul que está encima de las cabezas.
Sí, hoy estoy en contra de tan bella profesión. ¡Qué le vamos hacer!