1.2.11

Modificación de las normas hipotecarias sobre embargos y ejecuciones judiciales

Es cierto que resulta injusto (sobre todo lo parece) que tras el embargo y pérdida de la vivienda sobre la que pesa una hipoteca que no se puede pagar, se siga soportando gran parte de la hipoteca en forma de deuda eterna. El proceso es sencillo aunque muy doloroso. A la deuda pendiente se le suma los costes de gastos financieros que pueden ser brutales más los del juzgado, y se les resta
el valor conseguido por el bien que se subasta, que suele ser bajo pues hay sospechas siempre de que en las subastas entren verdaderos profesionales a jugar a joder. Lo que queda entre esta suma y la resta es la deuda que todavía resta por cubrir y que pesa sobre los hipotecados y sus avaladores.
Ahora se replantea cada vez con más fuerza, que al igual que sucede en algunos países, la deuda hipotecaria termine con la pérdida del bien hipotecado, en este caso la vivienda. Ya hay incluso sentencias de momento provinciales que no sientan jurisprudencia, pero que empiezan a estar sobre la mesa.
Pero lo cierto es que no se pueden cambiar las reglas del juego a mitad de la partida. No es lógico ni soportable. Aunque también es cierto que gran parte de la culpa la tienen los propios bancos que dieron hipotecas por un valor muy superior al lógico, sin control de solvencia, sin pensar en el retorno al contar con unas leyes que les apoyaban totalmente. De cambiarse la norma para futuras hipotecas, los bancos españoles apretarán las tuercas sobre los avalistas a los que les harán firmas cláusulas de recompra o parecidas, con lo que tampoco lograremos lo deseado.
Pienso que en el futuro es lógico y deseable que las normas se cambien y que la hipoteca acabe con la pérdida del bien hipotecado. Me daría igual si fuera como una posibilidad cubierta por un seguro o por un cambio de normas bancarias y legales. Pero ahora resultaría altamente complicado hacerlo para los créditos pendientes de amortización, pues la economía del país sufriría un palo tremendo. Algunos bancos y cajas de ahorros que hoy ya están peligrosamente soportando unos activos inmobiliarios maquillados en sus contabilidades pero reales lo pasarían muy mal.
Cierto es que resulta inevitable que el mercado inmobiliario baje sus precios mucho más y que esto supondría una gran distorsión con unas normas legales sobre hipotecas cambiadas.
Muchas personas con el precio actualizado de sus viviendas hipotecadas al mercado de ahora, podrían decidir no pagar más su hipoteca por resultarles más rentables no hacerlo, al tener la deuda un remanente superior al precio actual de la vivienda. Hoy no se hace por el miedo real a lo que viene detrás de no poder pagar.

Ya se habla en el PSOE del 2012. Mejor sería que hablaran del 2020

Ya se habla en el PSOE del 2016 como una fecha posible. Posible para tener un candidato posible. Se entiende que quien vaya en el 2012 irá simplemente a quemarse, a lo bonzo dicen algunos. Y por eso apuntan (apuntamos) que Zapatero debería ser el sacrificado. Nada mejor que morir tragándose
sus propios errores y dudas, sus propias lástimas. No se merece ningún otro socialista tener que pagar el precio de algo que él no compró. Así que tras el 2012 vendrá casi seguro el 2016. Y dicen los muy malos que para entonces ya no ven a Rubalcaba al frente. Igual es la edad. Yo apuesto por valores nuevos, por Tomás Gómez, por Marcelino Iglesias, por…, si algunos hablar de Jesús Caldera o de incluso algún socialista conocido pero ahora defenestrado de los puestos importantes. Se busca joven y experto, con ganas de lograr jugársela. No será fácil el 2016 para el PSOE, si acaso el 2020 y para entonces muchos de los que hoy conocemos estarán ya muy mayores. Ha conseguido Zapatero lo que parecería imposible, lograr que Rajoy se instale en el poder y se pegue a sus sillón como si de una lapa fuera, sin mover ni el bigote de la barba. Nadie sabe nade de su programa, de sus ideas. Bueno si, hoy dice que derogará la Ley del aborto pero poco más. Nada que sirva para salir de esta, para revitalizar al país, para lograr al menos dos millones de nuevos empleos. Quitando la Ley del aborto, o la de los matrimonios del mismo sexo o cambiando la asignatura de la ciudadanía no se consigue mover un ápice la economía.