11.12.10

La música, ese don divino para dioses que escuchan

La música es un don divino, no de dioses sino para dioses. Una vez que te envuelve es complicado poder continuar sin ella. Te transforma, cambia tu ánimo, la forma de encarar cada situación en la que la música está presente o no. No se contempla igual una estampa de vida si es con música o sin ella, pues enmarca deliciosamente la circunstancia,
Conozco escritores que tienen diferentes tipos de música según vayan a escribir escenas de amor o violentas, de acción o de diálogos. Y no es fácil adivinar qué tipo
de música enmarca cada escena comentada, pues cada autor requiere las suyas propias para motivarse, y las elije según ya sabe cómo le van a remover las tripas. A veces quiere una escena de perdedor, otras de padre violento, algunas de amante cariñoso; y para todas ellas tiene ya preparada la música que envuelve su espíritu y así salir airoso de la página en blanco.
Me gusta Dvorak pero también Sabina o Al Son del Sur. Me acompaña Joaquín cuando quiero recuperar fuerzas o Dvorak cuando deseo comportarme y darme energía tranquila a costa de la Novena que es potente y muy animadora. Recibo toda la violencia de la Novena Sinfonía del Nuevo Mundo y con ella me vasto para estar tranquilo; curiosidades de la música. A veces escucho pop para tranquilizar ánimos de juventud y recordar sensaciones perdidas o jazz para dejar volar mi imaginación hacia mundos desconocidos. Cada uno empleamos la música a nuestro gusto, y casi siempre funciona bien.

10.12.10

El extraño caso del libro que nadie leía

Ayer cogí un libro de la biblioteca, pero cuidado, de una biblioteca temática en asuntos económicos, es decir una biblioteca seria de libros serios. Pues eso, que sigo, que pillé por ordenador un libro que se titula “Filosofía económica” que me pareció un título de lo más apetecible y normal.

El libro era antiguo pues le pesaban sus 40 años, pero el índice era interesante y sencillo de leer. Y me pareció que encajaba con mis ideas económicas; no sé, un posible libro de casi izquierdas económicas, que es lo más complicado de encontrar en economía, sobe todo si decimos que se escribió cuando aun vivía el pequeño general.

Al recibirlo en mano por el bedel del archivo público, lugar que ya aviso, de mucho cliente lector y ganas de complacer, me fijé en la fecha de devolución por mucho que yo ya sabía que tenía sólo una semana por delante para leerlo. Y la sorpresa me vino a inundar el cuerpo serrano.

El libro no lo habían prestado desde junio de 1998. Llevaba doce años sin prestarse, nadie se había interesado por él. Ni por pena, penita pena. Que digo yo, no sé, pero si vemos un libro con tantos años de inutilidad manifiesta, hay que hacerle el favor de sacarlo de la biblioteca aunque sea para pasearlo, que un libro también se lo merece.

Lo tengo aquí, en mi mesa de despacho, y os lo juro, no pienso leerlo, lo voy a sacar a pasear por mi ciudad para que vea cómo ha cambiado en estos 12 años. Le estoy enseñando ahora Internet y mi nuevo iMac, para darle envidia.

Y he pensado, aunque solo sea para joder un poco al que lo cogerá después, dentro de otros doce años por supuesto, que lo voy a pillar dentro de un mes para que el próximo piense que cómo es posible que tantos años de vacío y en cambio en tan poco tiempo dos veces.

Me estoy haciendo amigo de este libro, fíjate.