10.12.10

¿Qué podemos hacer con las buenas noticias?

Ayer me dieron una buena noticia, que en estos tiempos que corren es de mucha suerte. Las noticias buenas son las que ten reconfortan, las que te ponen en valor y con ganas de seguir creciendo, las que te hacen sentir a los demás. Las que marcan el camino.
Un grupo de personas creyó en mi, y eso es muy de agradecer. Sirve de contrapeso para las caídas inevitables de la vida del cada día, pues todos tenemos que tropezar en los caminos, faltaría más.
Cuando te reconfortan te entran ganas de comentárselo a los
enemigos, simplemente para joderles claro, para decirles —¿ves?, tú no, pero estos si. En realidad no sirve de nada comentar lo que otros no van a aceptar ni entender. Los odios tienen su sentido en la mente de cada uno y no son fáciles de quitar, así que no hay que intentarlo. Es perder energías para nada. Si no das importancia a las zancadillas casi ni se notan. Somos nosotros si las ponemos en valor cuando realmente les damos valor. Las venganzas que nos intentan hacer dependen de nosotros, es como esos males de ojo absurdos que te quitan los brujos de pacotilla. En realidad te los quitas tú mismo, haciendo caso al brujo que dice que te los quita.
Ayer me dieron una buena noticia pero hoy tengo la responsabilidad de no defraudar a los que me la dieron. Tengo pues más trabajo que ayer. Ya no estoy seguro de que fuera tan buena noticia.

Sobre las razones de la razón para razonar

La razón es casi siempre una. Bueno, a veces puede no ser única, pero aun así es más de una parte que de otra, por mucho que estemos constantemente viviendo juicios de valor o de los otros, en donde personas se creen en posesión de “una” verdad y creen que es la única y la más válida.
Muchas veces la lógica de alguien ajeno a la disputa es la mejor medicina para encontrar solución al problema de razón. Los jueces de paz serían un ejemplo básico de justicia
en busca de una razón —al menos la razón mayor, una contra la otra— que dicte sentencia y aclare. Pero cuando la razón debe ser buscada por personas, estos sin duda se basan en su experiencia y en sus circunstancias, en su formación personal y en sus creencias básicas. Luego su sentencia está basada en gran medida en la visión última de a quien se le solicite sentencia.
Que no se nos olvide que cuando solicitamos sentencia a alguien ajeno a nosotros, estamos llamando a la puerta de otra persona, con sus errores y sus aciertos. Somos nosotros los que solicitamos ayuda, los que ponemos nuestras dudas en sus manos. Nos guste o no nos guste.
La razón la buscamos muchas veces para nuestra tranquilidad, simplemente para seguir teniendo claro una dirección de pensamiento, para cerrar puertas también, para conseguir libertad de pensamiento o de la otra.
Pero no siempre es lo mejor tener razón. A veces es peor la solicitud que el resultado, peor la sentencia que el problema que la genera. Mucho cuidado con pedir ayuda a los ajenos, pues a veces su ayuda no convence a nadie.