4.12.10

Sobre la libertad individual y colectiva, el caos y la sociedad organizada

La sensación de caos social, de caos en las relaciones de las instituciones públicas, se apodera de la sociedad española. Y eso es entre malo y muy malo. Toda sociedad necesita tener unas referencias muy claras y marcadas para funcionar bien. Es decir, necesitamos que todo funcione, que se nos ordene con naturalidad, que se sepa mandar y organizar. Necesitamos obedecer, necesitamos ser mandados.
Parece una contradicción con el espíritu de libertad individual, pero no lo es. Para disfrutar de una libertad, antes tenemos que tener una seguridad asegurada. Y muchas veces esta seguridad…
la da mejor una sociedad ordenada y responsable, una organización social en donde alguien gestione y gobierne mientras el resto obedezcamos y nos dejemos llevar.
Por eso obedecer es una de las bases de la libertad individual de cada uno. Efectivamente, siempre que obedecer sea asumible con libertad y respeto hacia quien obedece.
Pero la libertad individual tiene un límite. Lo marca la libertad del que nos acompaña en la vida, del “otro”, del resto de la sociedad. Ante el caos de los controladores aéreos lo tenemos muy claro. Su libertad con trabajadores afecta a la mía, incide sobre el gobierno del país, afecta gravemente a la economía de todos. Luego es una libertad bastarda pues nace viciada sobre su imposición en contra de las libertades de muchos más. Nos cuenta a todos mucho dinero, la libertad de unos pocos. Hay pues que emplear la mesura y la inteligencia social para si no evitarle, al menos controlarla. Entre otras cosas, porque en su sueldo elevado va la falta de libertad unida al cargo laboral.
Si el individuo detecta el caos de la sociedad, de la organización, tiende al caos individual, a la rebelión interna, que si bien es una manera de crecer o de evolucionar pues es la toma de la libertad individual como elemento de exploración, al final convierte a la sociedad en la suma de millones de libertades individuales que no saben —o no pueden— caminar en busca de ningún objetivo común, posible, necesario, respetable por “los demás”.
Nada sirve de nada, si no es aceptado por los que nos rodean, por eso la libertad individual es compleja de utilizar, pues para “servir” debe también ser tomada como “suya” por mucha más gente. Una sociedad con millones de libertades diferentes, una por persona, no es en absoluto libre.

2.12.10

Contra la sensación de apatía social, debemos tener más fuerza personal

La sensación general por la crisis es de pena general, de dolor, de angustia incluso, para muchas familias con graves dificultades económicas. Para muchas familias sin ningún tipo de ingresos.
Pero si doloroso no tener ingresos, tener más deudas de las que se pueden soportar supone en casi todos los casos la pérdida de las pocas posesiones que se tienen. Los embargos, la morosidad sin fecha fija de finalización, ataca a las familias, a las organizaciones más básicas de la sociedad.
Pero y ahora con calma, deberemos todos sopesar qué parte de culpa tenemos nosotros en todo este proceso. Lo sencillo es decir que la culpa es de los demás, de todos los demás. Pero nos resulta muy complicado asumir que nosotros también tenemos…
parte de responsabilidad de nuestra situación.
Y mientras no admitamos nuestra responsabilidad, difícilmente encontraremos soluciones a nuestros problemas. Nos hemos endeudado mucho más de lo que podemos soportar. No hemos ahorrado —en muchos casos— para tener una supervivencia mínima asegurada durante unos meses mínimos. No hemos crecido dentro de nuestra profesionalidad, al no formarnos en tiempos de bonanza, al no buscar puestos de más responsabilidad, al no buscar nuevas empresas, cuando el mercado de trabajo era bueno.
Ahora lo primero es saber qué debemos hacer para mejorar nuestra situación y tomar conciencia de donde estamos y qué deberemos mejorar en el futuro. Tener paciencia, ser sinceros con nosotros mismos e intentar buscar soluciones por nosotros mismos. Nadie nos va a regalar nada, luego dependemos de nosotros mismos. Si somos mejores que el resto, encontraremos soluciones. Si no somos los mejores, no saldremos de esta. Hay menos posibilidades, pero las hay y deberemos buscarlas con ahínco.