18.7.10

Unas cuantas frases de Jaume Perich.

Estaba leyendo por Internet y he visto un par de frases de estas que quedan bien guardar para sacar a relucir alguna que otra vez que quería compartir.

- Un optimista es el que cree que todo tiene arreglo. Un pesimista es el que piensa lo mismo, pero sabe que nadie va a intentarlo.
Es una frase pesimista en si misma, lo cual le resta veracidad, pero me siento bastante identificado.
- Gracias a la libertad de expresión hoy ya es posible decir que un gobernante es un inútil sin que nos pase nada. Al gobernante tampoco.
Esta es una de las cosas que más he intentado explicar. Hoy en día somos capaces de hacer manifestaciones y concentraciones, de llenar los periódicos de verdades y críticas feroces y razonadas. Somos libres de hablar. Pero al final, no sirve de nada. Algo estamos haciendo mal, pues la libertad de expresión sólo se usa como espejismo de libertad.
- Todo el mundo desea ser feliz, pero no que lo sea todo el mundo.
Otra pesimista, pero que encierra en gran parte una problemática humana. Nadie lo aceptará, y no todos somos así (yo al menos intento no incluirme), pero una parte del mundo (y a menudo los más poderosos) piensan así.
- La caridad es la única virtud que precisa de la injusticia.
Mención especial, y razón de este post. Muchas veces los liberales defienden que no hace falta el socialismo porque la caridad ya dará cuenta de un cierto reparto de la riqueza. No entienden, al menos no como yo, que el socialismo no quiere repartir la riqueza para hacer a los pobres más ricos por caridad, por pena, sino por que pensamos que, justamente (por justicia), nadie debería ser pobre, nadie lo merece. Y si existe caridad, si existe una necesidad de redistribución, es justamente porque previamente ha habido un fallo en el reparto de algo más etereo que el dinero, y a vecesmás dificil de conseguir: La justicia.

Un saludo.

17.7.10

Libranda, la forma equivocada de iniciar una empresa

Hay pocas formas de empezar con éxito una empresa: casi todas se basan en un gran conocimiento del sector, unas intensas ganas de triunfar, una comprensión de las herramientas que utilizan tus competidores, un deseo de ofrecer algo diferente y novedoso.
Basar una empresa sólo en uno de los aspectos fundamentales, es poco. No basta con ofrecer hoy en día un producto novedoso, mucho menos si no lo es y quiere aparentarlo pues el consumidor no es tonto. Menos tonto todavía si el producto va dirigido a un segmento de mercado muy tecnológico.
Libranda nace ocupada de varios errores básicos. Inimaginable que así sea, con la que está cayendo, pero bueno, ellos son los que se juegan sus cuartos.
No es posible ofrecer hoy en día un producto con el libro electrónico a un precio inferior sólo en un 20% del libro en papel. Demuestra no tener ni idea de cómo está la situación actual de los libros electrónicos. Ni un poquito de idea. Ni para los que quieren comprar libros electrónicos no para los que piensan que el papel es insustituible.
Pero que los libros de Libranda requieran más esfuerzo comprarlos si son electrónicos que si son libros en papel es de premio a la estulticia.
Y que no se puedan leer en el IPad o en el Kindle de aplauso generalizado.
Ya, si lo sé, faltaría más. Hay un terrible miedo a que el libro electrónico acabe copiado sin control, si eso ya lo sé. Pero no se pueden poner puertas al campo y menos si se ponen pequeñas y bajas de altura. Miren señores, el formato universal es el PDF. Punto pelota. A partir del pdf de Adobe, ustedes trabajen para que no se pueda copiar, incluido el tener que pagar posiblemente un precio a Adobe por modificar códigos fuente. Todo lo que no sea pdf está llamado al fracaso, es como si ahora desearan que los aparatitos de música sólo pudieran leer formatos cerrados de música y no admitieran mp3. Sería una tontería, lo juro.
Si Libranda quiere funcionar bien, replantéense el formato, bajen los precios bastante —cachis un 20% ¿a quien quieren engañar si los costes de la distribución e impresión son brutalmente distintos?— los vendan como vende Apple en su ITunes los juegos o las canciones, y busquen la forma de ofrecer más por mucho menos. ¿Qué tal si al archivo una vez abierto, se le dotara de sólo 6 oportunidades de configurar la pantalla en donde se va a leer, o el ordenador en donde se va a alojar? Ya sé que hay trucos para todo, pero no olviden que muchos de ellos solo los saben ejecutar —¡huy qué palabro!— los profesionales de la manipulación, que al fin, no son tantos.