8.6.10

Sobre huelgas generales y otras formas de presión

Las huelgas, sean sectoriales o generales, son herramientas de defensa laboral del siglo pasado. A veces no encontramos mejores formas de plantear quejas, pero deberíamos empezar a sopesar que no funcionan por muy diversos motivos. Hay otros mecanismos de defensa, dentro algunos de la familias de “las huelgas” o diferentes formas de hacer ver los descontentos sociales, con mayor éxito. No voy a dar más pistas pues gran parte del éxito de las medidas de presión radica en el límite que separa la legalidad de la ilegalidad, esa delgada línea que todos se saltan a la torera según como sopla el viento. Todos.
Plantear una huelga general es peligroso. Por dos motivos fundamentalmente. Si funciona totalmente coloca al país en un peligroso disparadero. Si fracasa coloca a los sindicatos y trabajadores en una complicada situación. Y si es un sí pero no, sirve para muy poco.
Pero efectivamente, algunas de las formas de defensa no se pueden publicitar, y los sindicatos se quedan si su fuerza más lógica: la representatividad de los problemas y las soluciones de los trabajadores. De todos los trabajadores. Y hay que reconocer que este papel no lo han hecho muy bien en las últimas décadas. Me refiero al “todos”.
La situación no es buena. Para nadie. Pero no es lógico que lo tengan que pagar solo los trabajadores ni que no existan diferencias en la medidas tomadas por gobiernos socialistas y gobiernos conservadores. Acabada la ideología política se acaba la democracia, simplemente porque se acaba la participación, al no tener sentido la elección diferente. Y sin democracia política que gobierne, acabaremos en manos de otros sistemas de poder. De hecho cada día hay más ciudadanos occidentales que dejan de creer en la democracia, lo digan en voz alta o se lo callen. Sin saber ninguna de ellos que sin democracia lo que viene ya lo conocemos de sobras. Pero somos humanos y capaces de equivocarnos todos los días. Y de dejarnos manipular. Por eso, para situaciones complicadas hay que buscar soluciones complicadas y novedosas, atrevidas y diferentes. Una vez que los partidos políticos están demostrando que ya no sirven para nada (¡¡guau la frase!!, que no suscribo pero que reconozco en parte de la sociedad que habla y que crece) lo que viene detrás es el caos. O nuestros hijos dan un zapatazo o lo van a tener crudo.

7.6.10

Alemania y Gran Bretaña también están asustadas

Primero fue Grecia, luego asustaron a España, avisaron de que Hungría estaba tocada y hoy ha saltado Alemania y Gran Bretaña. Se contagia la gripe tóxica de la crisis financiera y seremos los currantes de a pie los que pagaremos con hambre y sudor los excesos de los jetas y la incapacidad de los teóricos políticos y economistas públicos que no supieron detectar o lo que puede ser peor, no quisieron actuar para parar los juegos de manos con los billetes.

Vamos a vivir peor —bueno no, ya vivimos peor— que hace una década, y lo que nos falta para acostumbrarnos a desandar lo recorrido. Tener trabajo será un lujo, disponer de un contrato con una duración superior al año un premio, nuestros hijos tendrán que emigrar y nosotros tendremos una jubilaciones peores que las de nuestros padres. La sanidad tendrá copago, la escuela también, los impuestos subirán pero no lo harán los servicios y las inversiones se congelarán pues el déficit público será cada vez más alto al enfriarse la economía de manera brutal.

No consumiremos, luego no se moverá el dinero, luego no se recaudará lo suficiente, con lo que no lograremos salir de los casi 5 millones de parados, siendo más complicado que nunca tener una jubilación suficiente. Habrá más diferencias sociales pues sin duda, tendremos un 20% de personas que vivirán mejor que ahora (menos coste por deflación hacen más ricos a los ricos), un 40% casi no lo notarán, pero un 40% veremos complicado (todavía más) llegar a fin de mes y no soñaremos con comprar nada que suponga endeudamiento, lo cual puede ser incluso bueno.

Todos tenemos culpa en este lío. No vayamos ahora a decir que somos inocentes totalmente. Debemos mucho más de lo que tenemos, y lo que es peor, no hemos sabido calcular cuantos años tendremos que trabajar para pagar esas deudas que ahora son mayores. Y eso que la deflación no llega por amor de un barril del petróleo que sube sin frenar. Como el euro se está devaluando con respecto al dólar, los europeos somos más pobres hoy que ayer con respecto a todo el resto del mundo mundial. A cambio podemos vender mejor, sea maquinaria o sol. Y no podremos salir de este santo territorio, que la verdad, nos estábamos pasando con eso de ir a tomar el sol a Cancún en vez de a Canarias. Lo dicho, todos tenemos parte de culpa. Unos jugaron con nosotros y nosotros nos dejamos jugar a cambio de cosquillas.