28.5.10

El futuro está acabándose. Ahora viene el pasado.

Yo no sé vosotros, vosotras, pero estoy preocupado. Si, por la economía pero también —o más todavía— por la sociedad y su forma de encarar las situaciones. Tenemos tanta información y la recibimos de forma tan rápida, solapando una a otra, sin poder valorar qué es peor o mejor (pues no logramos recapacitar sobre nada, ya que enseguida llega otro dato que tapa al anterior), que no creo que logremos sobrevivir a esta situación. Tal vez sea mejor, vivan mejor, los que no hacen caso a nada. Los que no leen ni escuchan, los que no miran nada que no sea natural.
Si, cada día estoy más convencido que aquello que no existía hace 50 años hay que revisarlo con calma y darle la importancia justa. Nada más que la justa. Pero no porque me niegue a las tecnologías o a los avances; no; es simplemente porque ahora me dan miedo. Adoro los aparatos nuevos, llevo en las venas mis primeros recuerdos hace casi 20 años de mis Mac y desde entonces sé lo que es la novedad antes de que salga en la tienda, sentir que Internet crece como la imaginaste, que las novedades te desbordan. Pero si que creo que ahora estamos viviendo el inicio de un fin. Nos estamos consumiendo porque nos han engañado con el consumismo desaforado.
Creo y es jodido asumirlo, que estamos en una crisis sistémica. De sistema. No porque no se pueda seguir creciendo a la misma velocidad progresiva que hasta ahora; que también; sino sobre todo porque el ser humano se ha pasado de revoluciones. No es soportable seguir creciendo así, y creo que todo nos está explotando en las manos precisamente por ese abuso. Tú, yo, no podemos soportar la deuda privada que tenemos. Es imposible pagar todo lo que debemos si los falsos cimientos nos enseñan la verdad. Ni nuestra vivienda vale lo que creíamos, ni nuestro trabajo está seguro, ni el dinero del banco vale lo que pensamos.
Todo depende.
Efectivamente el que más tiene, tiene más. Pero no sabe cuanto más. No sabe cuanto en relación a qué o a quien. No sabemos por cuanto tiempo valdrá lo que pensamos que ahora vale.
¿Futuro?
Depende de nosotros. ¿Tú qué quieres hacer por que sea mejor?, me decepciona la posible respuesta que observo. Creo que es muy poco lo que podremos hacer, pues no tenemos ganas de asumir y menos todavía de luchar por mejorar. Seguimos ciegos. Pero al menos dependemos todavía de nosotros.

Se acabó la legislatura de la crisis

Sin duda la sesión de ayer en el Congreso ha cerrado definitivamente las puertas a esta legislatura. Es cuestión pues de encontrar el momento menos malo para convocar unas adelantadas Elecciones Generales, sabiendo ya que los próximos Presupuestos Generales no serán aprobados y que no sirve prolongar los actuales que han tenido que ser rectificados en el día de hoy de forma importante para intentar reducir el déficit de los mismos.
Nos queda pues una travesía por un desierto árido y seco, de unos meses que se harán eternos sobre todo a partir de septiembre cuando las cifras del desempleo vuelvan a vomitar dramas personales, de una crispación que será alta por la falta de responsabilidad política de casi todos.
Podemos intuir dos horizontes. Elecciones a finales de 2010 o elecciones coincidiendo con las municipales, lo que sería otro golpe más a la separación de poderes, pero que al menos supondría un ahorro en gasto electoral. No sé ahora bien, qué sería peor para el PSOE, mejor para el PP, menos malo para el Estado.
Personalmente no me gustarían unas elecciones unidas, creo que desvirtuarían algo que se ha mantenido intocable desde los años 70, separar votaciones. Sobre todo por lo que supondría de intoxicación para los resultados autonómicos aquellos territorios que los hacen conjuntamente a las municipales. El debacle del PSOE se augura épico, pero más todavía si se hacen juntas, pues el votante tiende a dejarse llevar en un tres en uno.
A partir de la finalización de la Presidencia europea —será recordada por Zapatero con gran dolor— empezarán los bailes de Ministros primero, de sensaciones después, de nombres y candidatos. Porque esa es otra. Zapatero debe presentarse para perder. No debe obligar al PSOE a buscar un candidato nuevo para quemarlo. Por eso la ruina para el PSOE puede ser tremenda. Seguiremos opinando.