24.5.10

España no es libre. Estamos invadidos por los burócratas e incluso vendidos a ellos

No tengo dudas de que España —perdón—, el Gobierno actual de España, no manda ni en su propio país. Estoy cansado de escuchar o leer recomendaciones cuando no mandatos del FMI o de cualquier otro organismo o político ajeno a la política española.
Si los actuales políticos españoles —los que mandan se entiende—, no son capaces de tomar decisiones y tenemos que estar día si y día también escuchando como se nos manda y ordena desde fuera, el daño que se hace al concepto social de la política en España es tan brutal que igual hay que empezar a pensar que lo menos malo es la crisis económica —que ya es—, y pensar que lo que falta por venir es todavía peor.
¿Alguien se imagina un caso igual en algún otro país del mundo mundial?, ¿alguien con cargo de Presidente soportaría en un país que se llame democrático que le estuvieran diciendo lo que debe hacer desde los despachos lejanos del FMI sin pestañear? Me imagino a los dirigentes en decenas de países maravillosos o no, escuchando al FMI y partiéndose de risa.
¿Qué pintamos los ciudadanos de España, que creíamos que creemos en la democracia creíble, cuando quien toma las decisiones importantes es un tipo que trabaja en el FMI, el mismo posiblemente que no detectó la crisis económica mundial actual?
No sólo no somos demócratas de verdad, pues no tenemos incluso ni derecho a equivocarnos en asuntos importantes, sino que ni somos votantes útiles, pues no elegimos al “jefe” del FMI, al Presidente de EEUU o al dueño de los bancos americanos que controlan la Bolsa. Creo que hay que disolver el Parlamento español e irnos todos como emigrantes a otro país con más lógica política. De hecho los jóvenes válidos de este santo lugar ya lo están haciendo.
De momento me voy a tomar un Bourbon a la salud de todos estos “marranos” que se quieren llevar a España al huerto, más que nada para que se me nublen todavía más las ideas. ¡¡Lo que nos queda por ver en los próximos meses, puñeteros!!

Mariano Rajoy en Sálvame. Para condenarlo.

Mariano Rajoy está sin cocer. Lo he visto en el programa de “Salvados” de La Sexta y lo siento por España, pero está más verde que los aprendices de políticas en cualquier grupito de amiguetes.
No es de recibo que una persona que aspira a convertirse en Presidente de España, tenga unas respuestas san sosas, tan mal organizadas, demostrativas de una falta de carisma y rapidez mental que preocupan.
No se puede, nunca, responder que no sabe qué piensa la Falange. Tiene la obligación de saberlo. Y si no lo sabe, debe disimular. Pero si lo conoce y no quiere decirlo, la respuesta lógica no es decir que no lo sabe. Tiene que trasmitir seguridad, debe convencer de que es el mejor, quien más sabe, quien no tiene dudas.
No se puede responder con un “posiblemente” cuando se le pregunta si España estaría mejor si él hubiera sido presidente del gobierno en vez de Zapatero. ¿Dónde queda la seguridad necesaria para que sea el representante de todos los españoles, quien intente resolver todos los problemas? Las respuestas a las preguntas sobre las encuestas (que no le hacen despegar demasiado) demuestran una falta de carisma, de cintura, de saber aprovechar el momento.
Pero el instante peligroso por la trampa que era, y en donde ha tropezado hasta el fondo, es cuando se le ha sugerido que anuncie a los españoles que el programa “Salvados” volverá en septiembre. Hombre, no. No, no. Un futuro Presidente del Gobierno no puede caer en una trampa tan sencilla, tan de preescolar. No puede ceder hasta ser grabado con un anuncio de estas características. ¿Y si él en septiembre es ya Presidente?, ¿qué uso harán de esa grabación en septiembre? Un líder se sale por la tangente y aprovecha para anunciar que quien estará en septiembre será él de Presidente si queremos una España, patatín, patatán.
No se puede servir de hombre anuncio a un programa, que sabe (o debería saber) manipula con humor todo lo que graba. Mal vamos, en serio. Incluso cuando se prestan a ser simpáticos, la cagan, con perdón de las cacas.