12.5.10

Provocando deflación en los sueldos (de todos) para ser más competitivos

Como Japón en los últimos decenios, hemos tenido que provocar el inicio de una deflación controlada para sujetar el gasto público, a costa de bajar TODOS los sueldos y pensiones. Al anuncio de la bajada de todos los sueldos de los funcionarios públicos seguirá cuando menos la congelación de los sueldos privados.
No existirá resistencia por parte de las Comunidades o Ayuntamientos, pues dependen de Madrid para seguir teniendo liquidez, para poder endeudarse más, por mucho que ellos controlen el gasto de gran parte de nuestra economía pública y de los sueldos de la mayoría de los funcionarios.
En la práctica, una bajada del 5% en julio de 2010 y la congelación para 2011 supone una pérdida real del poder adquisitivo de un 7/8%. O no, dependiendo del IPC. La decisión lógica, será la de consumir menos. O gastar menos y consumir igual si los precios se controlan o bajan. El sector privado va a intentar la misma bajada, cuando en realidad ya la ha hecho en mayor medida a través de despidos y sobre todo de las recontrataciones que haga cuando vuelva la actividad. Una vez que se analicen los sueldos de los nuevos contratos que sustituyan a los despedidos, las bajadas de estos serán más que ese 8% del que hablamos.
Luego hay que pensar que efectivamente, los funcionarios tiene una suerte enorme con un puesto de trabajo fijo y un sueldo que aunque baja un 7/8% en global, será menos de lo que bajen los sueldos globales de los trabajadores del mercado privado, cuando salgamos de la crisis.
Los sindicatos, que no se han preocupado en exceso de los problemas laborales de las PYMES, van a tener que dar respuesta a los problemas de los funcionarios. Y pueden volver a perder implantación ante la sociedad, pues no será fácil que se entienda un enfrentamiento cuando hay tanto parado en las familias, sin solución y con una sensibilidad ante los despidos a flor de piel como es lógico.

Las medidas de Zapatero no son de izquierdas

Las medidas anunciadas hoy por Zapatero marcan un antes y un después, un cambio de rumbo político. La situación es grave, sin duda, había que tomar medidas importantes, y desde este blog también lo hemos solicitado, sabiendo incluso que algunas de ellas podrían resultar complicadas de aceptar.
No son estas las más duras que se podrían tomar, pero partimos de un gobierno que decía llamarse socialista y que gobernaba con arreglo a un programa electoral que era bien distinto al rumbo que hoy han tomado sus decisiones. Si estas medidas son imprescindibles y lo que es más serio, las únicas posibles o incluso las menos malas para la sociedad, Zapatero debería refrendar en las urnas, de nuevo, de manera urgente, su política económica nueva.
No se puede, no se debe gobernar, incluso por que las circunstancias así te lo exijan, con un programa electoral totalmente distinto al que sirvió para ser elegido Presidente. Desaparece las subidas de los salarios mínimos, los aumentos de los salarios productivos, los aumentos de las pensiones por encima del IPC, las inversiones sociales o en infraestructuras que igualen los territorios. Desaparecen gran parte de las ideas socialistas de un programa que sirvió para ser envestido Presidente. Lo lógico, si la nueva situación obliga a cambiar de rumbo, es replantear a su sociedad tu trabajo, para saber si se sigue contando con el apoyo de los españoles.
Rajoy me ha parecido contundente y convincente, en una muestra de que detrás de un político gris a veces se esconde un profesional que sabe defender sus ideas con claridad. Creo que es el momento de que él mismo se atreva a plantear las elecciones anticipadas o en su defecto una moción de censura en donde debería demostrar que todas esas críticas que todos le hemos hecho por su forma de gestionar la crisis, eran equivocadas.
Rajoy, de tener que gestionar la actual crisis, tomaría medidas mucho más duras para los trabajadores, lo que no impide que haya otras posibles políticas económicas, más sociales; y que desde la izquierda de este país no aceptemos que tengamos que ser los trabajadores los que paguemos una crisis que se ha hecho a nuestras espaldas, por chiringuitos financieros y con el silencio de políticos complacientes con un capitalismo salvaje, que algunos han empleado como laboratorio para ganar dinero fácil.