8.4.10

Políticos jetas, disfrazados de fósiles

No está nada claro que tras estos fósiles de millones de años que hoy han aparecido para despistar, no se esconda la jeta incorruptible de algún trápala metido a mandamás, que se creyó tesorero de su casa, confundiendo lo privado con lo público, dejando a la mayoría de los políticos afines de oficio que no de trampas, con el culo al aire.
Si a alguien le importa y mucho limpiar la casa de polvo y mierda, es al resto de ciudadanos políticos de oficio, que ven manchada su honra por la desfachatez de unos pocos pero ruidosos bordes especímenes que han hecho un corralito de sus responsabilidades políticas de oficio.
O resolvemos este problema de raíz, de una forma ejemplar, empezando sobre todo y en primer lugar por los propios políticos que dan sustento a los ladrones de democracia, o acabaremos mal. Muy mal. El país no está para jugar con él, no tiene las aguantaderas suficientes para soportar muchas más patadas en las ingles, no está el enfermo como para que le abofeteen. Así que o somos capaces de deshacer estas dudas políticas que la sociedad resuelve con la abstención política en aumento, o nos penará en un futuro cercano. La historia ya está escrita. Si la repetimos será culpa nuestra.
¿Y tú qué piensas?

7.4.10

Taller de Escritura 25. La importancia del buen uso de los adjetivos

Los adjetivos son calificativos, enseñan la acción, ayudan a convertir en único al sustantivo. Por eso en literatura es muy importante saber elegir el adjetivo idóneo e incluso decidir en qué párrafos debemos utilizar adjetivos y en cuales no, según nos interese convertir en únicos los sustantivos o dejarlos en comunes.

Vargas Llosa es un maestro con los adjetivos, dosificándolos o distribuyendólos según crea importante una acción, una imagen, un personaje. Como él hay mucho otros.

Los adjetivos deben servir también para modular el texto además de para calificar las acciones.

El saber usar bien los adjetivos convierte a los autores en excelentes, a las obras en agradables y sonoras, a la literatura en un ejercicio de distintas velocidades, distintos tonos y matices.

Un personaje tosco, bruto, no debe utilizar en sus palabras adjetivos elegantes y finos. Y al revés, pues son los que de alguna forma dan personalidad al personaje.

Un narrador en cambio, debe cuidar mucho más su lenguaje, sobre todo si es narrador en tercera persona.

Cada personaje debería disponer de su propio repertorio de adjetivos según su lenguaje. Es la mejor forma de individualizarlos, de dotarlos de personalidad propia.