29.3.10

Le Monde, The Times o The New York Times. Se han vuelto de pago en internet

Le Monde, The Times o The New York Times. Todos cobran ya por contenidos en su web, entre 10 y 15 euros al mes, una cantidad que yo considero desmedida para logar sus objetivos; tener un número de clientes suficientes como para que sea rentable y sobre todo para que los consumidores de Internet se acostumbren a pagar por contenidos en la red.
Es un gran error equivocarse otra vez en el intento por cobrar por contenidos, en u intento por salvar la rentabilidad de los medios de comunicación más importantes. Las noticias se podrán seguir consultando en otros medios, que por cierto tendrán más lectores y una publicidad añadida por tener el camino más despejado.
No estoy a favor del “gratis total” pero si de la mesura y profesionalidad a la hora de realizar cambios en los cobros por contenidos. El País ya inició hace unos años un intento muy serio para cobrar y pronto tomará la decisión de hacerlo. Orbit de El Mundo es también muy caro, no es un servicio para los ciudadanos en general sino para ciertos niveles de renta o para instituciones o empresas. Nada más.
Hoy todo lo que no sean unos costes aproximados a los 40 euros al año por las ediciones de pago, con valores añadidas a las de papel, no tendrán éxito. Es mejor miles de subscriptores que unos centenares.
Y les doy una pequeña pista de por donde podrían solucionar el tema de la pérdida de compra de los diarios en papel. Publicar las noticias de papel para los subscriptores de web en dos modos distintos y a dos horas distintas.
El “Premiun” a la misma hora que en papel y a 15 euros al mes.
El “Cliente subscritor normal” a partir de las 15 horas y a 3 euros al mes.
Dos modos de servir los contenidos, con dos precios bien distintos según clientes y que serviría para disponer de dos tipos de clientes distintos y a la vez servir a la difusión de la cultura en red a un precio asumible. Y a ser posible las subscripciones que sean anuales.

La Semana Santa en Zaragoza

De todos es conocida la devoción que la Semana Santa tiene en algunas zonas de España, sobre todo Andalucía, pero sin olvidar algunas comarcas de Teruel, zonas de Castilla León o Murcia. Menos conocida es la importancia de las celebraciones de Zaragoza, con gran número de procesiones de gran calidad artística a la vez que turísticas, que se multiplican cada año con gran fervor pero también con excelente orden y calidad representativa.
Hoy mismo “la Sexta TV” ha dejado claro que las celebraciones de la Semana Santa, tal y como las conocemos nosotros, no tienen parangón en ningún país del mundo. Son una representación religiosa de una gran devoción (a veces algo manipulada) en donde se mezclan diversos factores entre los que no son desdeñables ni el artístico, ni el turístico, ni el músico o incluso el organizativo social. No es fácil poder explicar todo lo que se mueve dentro de una cofradía, de una procesión y qué motivos mueven a cada persona a participar en sus diferentes formas de la Semana Santa. Desde los que enseñan a los que aprenden durante meses, desde los que se dejan los dedos con los timbales a las mujeres vestidas de “manolas”, desde los que portan los pasos a los que desde niños se visten de cofrades. Es complicado encontrar palabras para explicar este fenómeno, más cuando nos consta que muchas de estas personas no son practicantes católicos.
La Semana Santa tal y como la conocemos no es una celebración ancestral en la mayoría de los casos, pues el crecimiento vino a partir de los años 40 del anterior siglo, pero va creciendo en número y en calidad organizativa, precisamente ahora en que (me) parece menos usada la religión por la sociedad actual. Un fenómeno complejo de exponer a un foráneo, sin caer en la falsa explicación simple, de que detrás de todo esto se encuentra sencillamente la fe y la religión.