11.2.10

¿Qué hay que tener en cuenta para montar una empresa nueva?

Como no podría ser de otra forma, montar una empresa nueva no es tarea fácil, aunque también habría que añadir que existen demasiadas dificultades añadidas para desde el proceso de creación teórica, se pueda convertir en una realidad legal.
Toda empresa se basa en un principio básico, muy sencillo, y sin el cual no tiene sentido crearla. Las empresas están para dar beneficios. Sin este principio básico, no funcionará nunca una empresa.
Los beneficios son en la mayoría de los casos de índole económico, pero muchas otras veces lo son de naturaleza (añadida o no) moral y vital. En todos los casos el único motivo que sirve para crear una empresa es que esta genere beneficios. Somos humanos y nos movemos por impulsos lo cual es bueno, pues nos convertimos en predecibles y por ello en organizados y organizables.
Necesitamos un “buena” idea, que sirve para esa “meta”, ese objetivo primario.
Una meta posible, moldeable, capaz de dejarse organizar, que genere satisfacción, que sea novedosa, de la que podamos entender lo suficiente para gestionarla, que sea asumible, ética, que permita crecer desde ella hacia un tamaño mayor, que sirva para nuestros objetivos.
Toda idea necesita financiación y una gestión inicial compleja, que en otro momento analizaremos. Nos puede parecer que la financiación es lo más importante, cuando en realidad lo es más el fondo del proyecto. Con una excelente idea se puede conseguir mucha financiación. Con una mala idea no se puede conseguir ni media. Todo proyecto será estudiado con calma por las entidades financieras y ellas sin duda, nos marcarán los primeros compases de los problemas futuros. No los obviemos.
Todo proyecto necesita remanso, calma, análisis exterior de personas ajenas a la nueva empresa, que sean sinceras y sobre todo pongan mil problemas encima de la mesa, muchos de los cuales nosotros no habríamos visto, deslumbrados por el proyecto que creemos magnífico.
Si tenemos la “idea”, deberemos plasmarla en un papel, compartimentarla y ajustarla en el nacimiento pero también en el corto y medio plazo. Tendremos que analizar las inversiones necesarias y los gastos fijos y variables, para analizar la inversión inicial y el flujo de facturación necesario para mantenerla viva.
Y llegado a este punto, analizar con calma (otra vez más) y nervios fríos la pregunta más importante de todas. ¿Seremos capaces de facturar todos los meses la cantidad necesaria para cubrir gastos, amortización y disponer de un sueldo neto y bruto aceptable (con cotizaciones lógicas, no bajas) para nuestras necesidades, durante al menos 5 años desde los 6 meses del inicio de actividad?

Todas estas ideas son de un fracasado, de este seguro servidor que sabe lo que es abrir pero también cerrar empresas, así que tomarlas con sumo cuidado, es otro consejo más.

10.2.10

Diferencias entre empresarios y emprendedores

En España tenemos muchos emprendedores pero muchos menos empresarios profesionales. Y es que en demasiadas ocasiones, equivocamos nuestras capacidades y creemos que porque tenemos buenas ideas y además las sabemos poner en marcha, somos buenos empresarios.
Ser empresario requiere mucha constancia, perseverar en la idea, capacidad de sufrimiento y de lucha constante, pues no hay que olvidar que en el mundo de la empresa si te paras, te caes o en el mejor de los casos, te sobrepasan.
Necesitamos crear empresas y empresarios profesionales
Ser empresario es tener la idea clara de que lo más importante no es crear una empresa sino conseguir que siga viva a los 10 años, que cada periodo marcado sirve para ponerte objetivos de crecimiento, que no temes el tamaño de la empresa porque precisamente ese es el objetivo.
Durante muchos años hemos ido diciendo (muchos, demasiados) que saber el tamaño de la empresa creada era fundamental , cuando esto es un gran error. Lo de menos es el tamaño, o incluso lo excelente es pensar constantemente en crecer y perpetuar a partes iguales. Nadie sabe el tamaño de “la empresa” con anterioridad excepto los miedosos, y este temor impide precisamente la seguridad. Para disponer de seguridad lo correcto es ser buen empresario, rodearte de un gran equipo, trabajar duro con todos ellos, repartir responsabilidades y aprender cada día un paso nuevo.
Sin duda hay que empezar con el tamaño justo e ir adaptándolo según se avanza. Pero no deben existir temores al crecimiento si sabes gestionar bien la empresa. El error de un mal crecimiento no es por él mismo, sino por la forma de gestionar tanto el éxito como el miedo.
Los emprendedores disfrutan con la creación, con el inicio, con el gusanillo de formar algo de la nada. Son muy importantes en el proceso de crear una empresa, pero si no se convierten en empresarios fracasarán a los pocos años. No desearán crecer, gestionarán mal incluso la normalidad del éxito, no aceptarán el fracaso ni el estancamiento, diversificarán mal sus esfuerzos buscando nuevas actividades que muchas veces contrarias a crecer en una misma empresa.