21.10.09

¿A quién sigue el elector a la hora de cambiar su voto electoral?

Me ha llegado un artículo a este octubre del año 2009, "Primero de Crisis", con mas o menos ese mismo título que pongo en la entrada y que es muy ilustrativo de lo que realmente sucede con los electores, que no es lo mismo de lo que sucede con los ciudadanos.

De hecho muchas veces los ciudadanos después de votar y ver quien ha ganado, piensa que cometieron un error importante.


Hay una tendencia general a seguir a la manada social, en el mejor sentido de la palabra. Cambiemos "manada social" por "sociedad" y queda más elegante. 

Pero la verdad es que es un acto animal, porque no debemos olvidarnos que somos unos animales, racionales, pero animales.

Hay una sensación (casi necesidad no explicada) de votar al que se considera ganador, pero aunque este ganador no sea el que quede reflejado en las encuestas. 

Y por el mismo motivo, hay una tendencia a NO votar al perdedor, no se sabe bien porqué motivo racional. Tal vez porque nadie quiere formar parte del equipo perdedor.

Se detecta sin querer y sin poder explicar bien, quién va a ser el ganador y quién el perdedor, porque no está escrito en ningún sitio, entes de contar de verdad los votos. Es la manada (sin reconocimiento de que exista) quien detecta este hecho y sin motivo claro aupa a uno y destroza al otro en un claro caso de conducta animal.

Incluso los partidos pequeños suben o bajan, sin depender ni de sus programas o de sus campañas, por un acto ajeno a ellos y que tiene más que ver con las sensaciones de la sociedad que con las realidades de lo que podrían resolver o gestionar.

Un partido pequeño con un excelente programa y un buen candidato puede bajar mientras que en una elección posterior, derrotado y sin ideas, puede subir por efecto de las contrarias sensaciones. 

Existe el voto de castigo, pero todavía más el voto de "sensaciones", el de apuntarse sin querer a "caballo ganador". Y repito, sin querer.

Es un acto en muchos casos de sensaciones de futuro. De querer formar parte del equipo de los ganadores, aunque ni sean los mejores ni los que mejor te representan a ti.

20.10.09

Relato natural que engaña o casi.

Miraba el azul y observaba que no era completamente liso, que por debajo se veía deslavado, mientras que haciendo un esfuerzo y si levantaba la vista hasta casi hacerme daño en el cuello, el marino invadía la ilimitada visión del plano celeste.

Estaba tumbado en el suelo, aplastando con mi cuerpo una tupida hierba fresca de primavera que se había disfrazado de flores pequeñitas para no ser pisada. Nulo intento porque a mí me da igual de qué se disfrazan, si de ello depende el disfrutar más y mejor del momento.

No hay sonidos, es pronto y los pájaros deben estar dormidos o lo que puede ser peor, asustados ante mi presencia imponente, porque otra cosa no, pero yo sobrecojo a quien me ve por primera vez y asusto a quien lo hace por segunda. Debe ser mi tamaño o tal vez mi forma de caminar o incluso mis sonidos guturales que de vez en cuando suelto para preocupar con mi presencia. Sé que produzco temor y me gusta notarlo, observar que se apartan los animalillos tontos del campo, los pobres diminutos que sólo saben comer insectos de colores negros. ¿Se ha dado cuenta de que la mayoría de los insectos son negros profundos y sucios?

Estaba quieto para disimular, pues sé que así se confían los que me rodean y empiezan a moverse, haciendo una vida casi normal. Es lo que pretendo. Respiraba profundamente pero intentando que mi aire no produjera ningún sonido por leve que fuera, que los movimientos de mis ojos no se percibieran para no preocupar.

A escasos 20 metros a mi derecha, un excesivo animal gris marengo se me apareció lentamente, en la dirección del viento, como yo pretendía. Me dio la impresión de que rebuscaba por la tierra bulbos o frutos caídos, pero yo me dediqué a encontrar con mi dedo el gatillo, para no fallar.

Apunté la mirilla hacia mi ojo y este hacia la zona central del pecho del animal de carne magra que iba a deleitarme aquella noche. Sólo un segundo más, para que no me molestara una rama baja, un simple segundo si el borrego se mueve hacia mí. Menos de un instante y…
…creo doctor que me atacaron miles de avispas a traición porque olieron a gozo que es símil a dulzura.