12.8.09

Las fiestas de los pueblos, a punto.

En estas tres próximas semanas, en toda España se van a celebrar las fiestas patronales de las localidades rurales, amparadas todas ellas en algún santo o vírgen, que vete a saber porqué motivo, coincidía su advenimiento con el final de la siega y la trilla del cereal, y con ello el descanso lógico de todos los labradores, antes del otoño y la siembra en muchos casos de la remolacha o de otros sembrados de invierno.
Son semanas de vaquillas, de peñas, de encierros, de sangre, de desenfreno y de muy poco recordatorio hacia los problemas reales que tienen las zonas rurales en nuestro país.
Es tiempo de olvido, sin duda, y de diversión, también.
Pero deberíamos preguntarnos todos qué quedará de nuestros pueblos dentro de sólo 30 ó 40 años.
Hoy están saliendo informaciones sobre los precios que cobran los agricultores de sus productos y el precio que esa misma fruta o verdura tiene en el mercado. Ayer mismo me pasaban información de los lugares de donde se está importanto la leche que consumimos. Hace 4 días me comentaban donde están trabajando varios grandes empresarios del plástico (invernaderos) de Almería y Murcia.
Castilla se está quedando abandonada. El turismo rural está haciendo una buena labor, pero hay que hacer más. Se necesitan ideas.
En la foto los preparativos de las vaquillas de Pedrola.

11.8.09

Violencia de hijos a padres, una forma más de violencia doméstica e incluso de género.

Tengo una amiga viuda con dos hijos veinteañeros. Dos hombres que casi están en el paro, trabajando a ratos y eso que uno logró terminar una carrera universitaria y el otro una FP.
Está más que quemada, a punto de romper con su vida.
Sus hijos no le ayudan en nada, no ya económicamente, sino que tiene que trabajar desde las 6 de la mañana hasta la noche para levantar la casa, mientras ellos disfrutan de coche y garaje, de vacaciones con amigos, de ropa de marca que sigue pagando la mamá, de búsqueda de empleo irregular, de tardes ociosas y mañanas aburridas.
Los fines de semana, ella tiene también que trabajar, y al haber menos autobuses públicos se tiene que levantar más temprano; y no ha conseguido que ninguno de sus hijos le lleve en el coche hasta el trabajo. Lo pide y tras buenas palabras ellos se remolonean y la madre, al fin y al cabo madre, cede y se va llorando, porque no consigue lo que ella cree se merece. Han aprendido a no cabrearse, porque así les va mucho mejor, importándoles un huevo cómo se siente su madre, la que les da de comer y les limpia los mocos, con más de 26 años y con más pelos en los huevos que yo.
Es abuso e incluso violencia psicológica, y no podemos hacer nada.
Yo no puedo hacer casi nada porque no me da permiso para intervenir, insiste como toda mujer maltratada que no se puede hacer nada y que ellos lo tienen que ver.
Pero si la mujer al fin, se rebela y huye, todos seremos culpables.
Estoy hasta los cojones de la inhumanidad, de una generación joven que en una parte es imbécil y jeta. La gente como yo, de 50 tacos para arriba, creíamos que la libertad por la que luchábamos en los años 70, era algo que serviría para vivir TODOS mejor y no una herramienta de abuso de los más jetas.
Si su padre (mi amigo) levantara la cabeza, los correría a hostias de las prohibidas, de las de hacer daño, mecaguenlaos. Todo se andará.